Quien es primero entre la salud y el desarrollo, no es como el huevo y la gallina, es claro que un país que se dice desarrollado y no resuelve los problemas de salud de una gran mayoría de sus ciudadanos es como ver que los capitanes y miembros de la tripulación se salvan viendo ahogarse a todos aquellos que dependen de los que tenemos los privilegios para poder tener condiciones de una vida saludable.
Veo con gran entusiasmo y reconocimiento a aquellas personas que ostentan el direccionamiento de los países, de las organizaciones e instituciones que representan a millones de ciudadanos, conocedores de la elaboración de proyectos, su realización y puesta en marcha. Esta cadena llegará al desarrollo de importantes proyectos, los cuales impulsarán el desarrollo financiero y mejorarán algunos la calidad de vida de las personas. Pero, hay algo que como médico y con mi formación en Medicina Interna y enfermedades infecciosas, complementados con mis estudios en salud pública y epidemiología, tengo muy claro: de todas las inversiones que se hagan, ninguna es mejor que la inversión en salud, que hace que las gentes y comunidades enteras vivan sin el flagelo de las enfermedades, o mejor, que reciban el tratamiento que la ciencia ha encontrado después de una larga carrera de trabajos e investigaciones. Qué hubiera pasado sin ciencia, sin vacunas, sin medicamentos ni equipos ni hospitales, sin centros de investigación de los que carecemos en Colombia, tal vez muchos de nuestros líderes o dirigentes, políticos y gobernantes no estarían vivos para presentar ninguna propuesta de desarrollo, y peor aún, nuestra población estaría diezmada, destruida y sin capacidad de trabajo.
En los últimos años, mayor a todos los años anteriores, ha quedado al descubierto personal de salud sacrificado y sin el reconocimiento real de una labor apostólica y sacrificada, sin incrementos salariales, ni siquiera el apoyo en sus actividades, asistenciales y de proyección científica. La pandemia actual ha mostrado la imperiosa necesidad del desarrollo científico en salud.
Me basta recordar todos los esfuerzos gastados para lograr la creación de un centro de investigaciones dirigido al control de las enfermedades infecciosas, propuestas a los entes territoriales, Ministerio de Salud, congresistas, entes universitarios e instituciones internacionales. De ninguna forma se han dado resultados, y ya después de este tiempo perdido, y viendo que la realidad nos muestra un mundo cada vez más dependiente de los más desarrollados, solo me queda implorar a quienes puedan, quieran y entiendan, que entre más nos demoremos en mejorar nuestra condición de desarrollo en el área de la salud, menos alcanzaremos ninguna meta en otras áreas, como en las épocas de la colonia seguiremos siendo esclavos de las grandes potencias, que continuarán la conocida explotación, solo porque no fuimos capaces de reconocer la importancia ineludible de tener salud para estar desarrollados.
Tengo una frase del célebre cofrade, ex ministro de Hacienda y comentarista de El Espectador, Alfonso Palacio Rudas, que nunca olvido: “Invirtamos primero en la salud de las gentes, antes de hacer carreteras y puentes, ellos las harán cuando estén sanos. También decía Palacio: “Mijo, recuerde que hay cosas técnicamente positivas, pero políticamente negativas”.
Ojalá la Asamblea del BID sea un punto de encuentro para definir el codiciado centro de investigaciones de las enfermedades infecciosas del Caribe.