La humanidad en medio de grandes descubrimientos científicos, tecnológicos, comunicaciones y en general en todos los campos, se equivoca en muchas decisiones en tomarlas y en ponerlas en práctica, principalmente a partir de grandes instituciones y personas. ¿Por qué lo hacen? Cada una tiene sus explicaciones, con buenas o malas intenciones. Por principios de la economía para no perder condiciones financieras favorables, o aprovecharse de las debilidades de los pueblos, o por mal funcionamiento de los Estados. Las decisiones frecuentemente son tomadas por instituciones y personas incompetentes. Sin participación científica, juicios y decisiones políticas separadas de las recomendaciones dadas por la ciencia. Las ejecutadas con dolo o intención deben ser castigadas, y las que no, también necesitan una investigación, para definir responsabilidades, y corregir los errores.
En principio no hay instituciones que globalicen una respuesta, ya que ninguna llena condiciones de calidad, necesarias para una respuesta que enfrente no solo la Covid-19, si no otras que ya están desde hace tiempo y las que están por venir, con su crecimiento han demostrado la impreparación de los sistemas de salud a diferentes niveles.
Durante muchos años estuve creyendo en la WHO en Inglés World Health Organization, en Español Organización Mundial de la Salud, al lado de su filial en Latinoamérica, la OPS, Organización Panamericana de la Salud. Hasta cuando uno de mis más importantes maestros de la escuela de Salud Pública en Harvard, les dijo, “no más burocracia, y vayan a ver qué está pasando en el mundo, salgan de los escritorios y de sus suntuosas instalaciones”. Ese es un ejemplo de lo ineficiente que ha sido la respuesta y muchas son las fallas por las que hemos transcurrido.
La OMS, tiene una dependencia directa de laboratorios mundiales y de los grandes centros de investigación. Recogen información, la analizan y ofrecen las conclusiones como un mandato mundial. Los países adelantados han sido fuertemente golpeados por la pandemia actual, y no han sido ejemplo para los más pequeños, la falta de solidaridad mundial es altísima, a pesar de algunas dádivas que no son suficientes, solo el 30 % de los países en el mundo están recibiendo vacunas. Lo mismo podemos decir de las formas de atención a los pacientes, en donde las poblaciones más pobres han puesto al lado de los trabajadores de la salud el mayor número de víctimas.
Es hora de cambiar, de conformar un grupo internacional con la participación de los sectores involucrados en una respuesta global, que tenga en cuenta los verdaderos conceptos científicos actuales, con direccionamiento a la resolución del más grave problema de salud pública, jamás visto en plena época moderna, que nos ha mostrado incompetentes y desacertados, guiados por avisos e informaciones confusas, equivocadas, y muchas veces mal intencionadas.
Los conceptos actuales deben tener conclusiones acertadas y ajustadas a la realidad, así como se tiene la meta de controlar los daños al medio ambiente, reflejados en las grandes epidemias, debemos tener la meta de utilizar los grandes adelantos tecnológicos de la época moderna, para combatir difíciles y destructoras enfermedades, que al afectar el capital humano ha alterado simultáneamente todas las formas de vida y estabilidad financiera.
En nuestro país, no hemos estado exentos de los errores, equivocaciones, fallas y desigualdades en la atención de los pacientes, largos de enumerar, que hemos vivido, y ojalá podamos controlar en este periodo en el que el virus nos deja pensar y organizarnos. Crear instituciones con alta calidad de la que, por muchos años, hemos tratado de convencer a los grandes líderes, políticos y gobernantes y no lo hemos podido lograr.
Actualmente, estamos pagando la mala preparación, y tomando decisiones provenientes de otros países, sin tener todavía la posibilidad de fabricar vacunas y medicamentos propios, ni el personal de especialistas, necesarios para atender y corregir lo que ya ha hecho colapsar hospitales y hasta cementerios.
Responder con los golpes, es duro, pero parece una acostumbrada manera de conseguir respuestas adecuadas a los acontecimientos que vivimos.