En un reciente viaje a París, me encontré con que un amigo músico de profesión no se había aplicado sino una sola dosis para protegerse de la Covid-19. En ese momento, inicié mis reflexiones hacia un fenómeno que inicialmente creemos está relacionado con una falta de cultura de las personas, que definitivamente evaden las vacunas, situación desvirtuada en Francia y otros países desarrollados en donde se reconocen unos niveles con índices culturales aparentemente más elevados que en nuestra Patria.
Con la utilización de modernas normas actualizadas y controladas en el desarrollo de vacunas, con tecnología que superan en grado sumo a las antiguas, tenemos que buscar otras razones para que, a pesar de todos los esfuerzos, recursos, publicidad, y pasando por un buen volumen de dificultades, los países que no las producimos deberíamos tenerlas a la mano, recordando los antecedentes de un grupo de personas que tuvieron que salir a vacunarse a otros países. Después de un tiempo de espera, y múltiples dificultades, las vacunas se ofrecieron, y se colocaron. Posteriormente, empezaron a disminuir las “ganas” y el cumplimiento de la vacunación, a pesar de que el punto final no se ha llenado completamente, como se observa en los días actuales, con baja demanda a pesar de que se siguen presentando casos, ocasionalmente con evoluciones graves. No sabemos que ha ayudado más, si las vacunas o el número de personas contagiadas, entre las que están incluidas un grupo de asintomáticos, difíciles de identificar en su totalidad.
Las reflexiones académicas, que los bajos usos de las vacunas están más relacionados con el miedo que se desarrolla en algunas personas, muchas veces sanas, para recibir algo que para algunos consideran es experimental, como le pareció a mi amigo francés, quien decidió quedarse encerrado por un buen tiempo hasta que empezaron a bajar los casos, desafortunadamente, un familiar que pensaba lo mismo, sufrió la enfermedad y falleció. Las vacunas tiene una fase experimental que ya ha sido cumplida para su aprobación y utilización.
Aunque todavía nos falta más conocimiento sobre las vacunas actuales, no hay dudas que estas mostraron una fuerte respuesta de anticuerpos para los diferentes linajes del coronavirus actual, tenemos que decir que sin vacunas los efectos del virus ya de por si catastróficos, hubieran, sido peores y más persistentes. Desafortunadamente, los pacientes con morbilidades, o enfermedades asociadas, obesidad, hipertensión arterial, diabetes, inmunosuprimidos, con defensas bajas o pacientes con tratamientos que reducen sus defensas, han sido los que llevan la peor parte. Estos, junto con aquellos que tenían dificultades en el acceso a la atención, o a la calidad de una medicina tecnológicamente más avanzada nos llevaron a vivir la catástrofe más grande vivida con cualquier otra pandemia. Pero, la lección aprendida con el Sars-Cov-2, nos dejó una política clara en el sentido que las vacunas, no se colocan a la fuerza, sino con buenos, bien argumentados, y claros razonamientos para lograr la aceptación de padres y niños. Esta responsabilidad se debe iniciar con los más entrenados y preparados, pero en general por todos los trabajadores de la salud, y sus relacionados. La percepción del riesgo infundado, muchas veces por activistas irresponsables, relacionadas con el comercio o la industria, la religión, o por líderes equivocados, que le hacen bastante daño a las campañas de vacunación debería explicarse y someterse a los validos conocimientos científicos. Esta falsa percepción, debe ser enfrentada con una buena y sencilla forma de entender que la vacunación es un elemento histórico que ha salvado muchas vidas a la humanidad. Se debe reconocer y explicar previamente que algunas reacciones pueden presentarse con las vacunas y, mostrar a las personas la seguridad de una respuesta apropiada en los casos que sean necesarios. Cambiar una falsa percepción es muy útil, para ello personas entrenadas deben realizar su labor profesional, aprovechando los contactos del personal de salud relacionados con los pacientes, escuelas y otras instituciones, evitando opiniones contrarias llegando a la resolución de dudas y falsas interpretaciones.
En los casos de personas con mayor nivel cultural, otro argumento a utilizar son las explicaciones de las grandes investigaciones realizadas.
Con el advenimiento de las nuevas vacunas y la posibilidad de fabricación en Colombia, los programas de vacunación deben mantenerse con buenas coberturas. Completar la vacunación faltante de protección para la Covid-19, y continuar un proceso de entrenamiento de personal a todos los niveles, con estímulos y segura participación del personal de salud, que asegure una campaña de consultorios, instituciones y medios en forma permanente. Se necesita integrar un mecanismo de multidisciplinario de proyección gubernamental, con el apoyo de asociaciones de carácter científico, social, de comunicaciones, y con participación comunitaria.
Se recomienda en forma importante, la existencia de un mecanismo de seguimiento de las personas vacunadas, para conocer los efectos adversos, aunque en forma universal este no ha sido optimizado, ni siquiera en los países desarrollados, realizándose en forma incompleta por vía telefónica.