El Sars-Cov-2, un nuevo coronavirus que azota el mundo desde diciembre de 2019, ha venido evolucionando cada vez que universalización es mayor, su fuerza destructiva de contagios y de muertes, ha venido cambiando con la aplicación de las vacunas, lo que ha representado una dramática caída de contagios y muertes en los países con mayor porcentaje de vacunación. Aun cuando las variantes venían siendo identificadas por el país de su primer hallazgo, como la de la India, la del Reino Unido y otras más, para no producir discriminación por países, se han venido denominando con las letras alfa, beta, sigma y ahora la delta.
La característica de delta es su alta transmisibilidad, y rapidez de diseminación, sobre todo en personas jóvenes, hasta más de 60% que las demás, pero por el solo aumento, está relacionada con efectos severos que requieren una hospitalización temprana y un manejo urgente.
Con una capacidad mayor para evadir anticuerpos, no sabemos suficientemente si es más grave que las demás, necesitándose más estudios para demostrarlo. Lo bueno, todas las variantes se pueden controlar y las vacunas actuales son efectivas.
Su impacto y peligrosidad, se destaca porque su periodo de incubación es más corto, de cuatro, a seis días en las otras, o sea un infectado por delta contagia en promedio seis personas mientras las otras contagian dos, de ahí el temor de que resulten más muertes por el solo número de contagiados.
La secuenciación de delta o composición genética está siendo evaluada para tener un futuro más claro de su potencial efecto en la pandemia. Pero ya estamos viendo que el optimismo por la efectividad de las vacunas, y la disminución de su aplicación, ha dado paso a la alarma en Estados Unidos, que está viendo cómo las hospitalizaciones han vuelto a aumentar debido a la expansión de la variante delta, y al estancamiento de la campaña de inmunización contra la covid-19.
A fecha hay 55.767 pacientes hospitalizados por la enfermedad en centros de EE. UU, según el Departamento de Salud y de Servicios Humanos. En las últimas semanas las cifras triplican a los de hace un mes, cuando hubo 16.000 pacientes de covid-19 ingresados en centros sanitarios de EE. UU. Lo que se asocia con el crecimiento de más del 7,7 % del total de camas hospitalarias del país. En Estados Unidos un 50% de las personas tienen una vacunación completa y en Colombia no hemos alcanzado esos niveles.
¿Qué nos espera si ya la variante delta está en nuestro país y qué debemos hacer? La primera respuesta es clara, si la vacuna protege para delta, deberíamos lograr una meta para alcanzar una inmunidad de rebaño, que con la llegada de delta, según los expertos, debe aumentarse de un 70 a un 80 a 90% de la población. Pero además, tenemos que fortalecer las reconocidas medidas de protección, distanciamiento, lavado de manos, uso de mascarillas, y por supuesto, evitar las aglomeraciones. Las normas para la apertura de actividades deben ser estrictas, vigiladas, y cumplidas.
La vigilancia para la detección de la cepa es esencial, y debe hacerse en forma ordenada, para un mejor cubrimiento poblacional, que permita tomar decisiones más acertadas, situación difícil, por la poca existencia de laboratorios con capacidad de secuenciación.
La lucha contra la variante delta, ha colocado algunas restricciones en algunos países, las cuales deben ser consideradas, como las cuarentenas a la llegada de viajeros, igualmente la realización de más pruebas de detección del virus. La obligación de la vacuna está en consideración, lo mismo que restringir derechos a aquellos sin vacunar.
Colombia, debe tomar las medidas de salud pública que sean salvadoras para las mayorías, y ojalá entendamos, que es la mejor forma de no volver a confinamientos, y a seguir destruyendo vidas, lo mismo que persistiendo en una economía sin recuperación.