Después de mi regreso de Popayán al otro extremo de nuestra costa Atlántica, está una de las ciudades más hermosas de Colombia. La llegada desde el aire, muestra una geografía montañosa, que alterna con llanuras, ríos, y una vegetación hermosa, de la cual se conservan especies de árboles milenarios y flores de diferentes colores. Al caminar por sus empedradas calles, se nos muestran, las majestuosas variaciones de la época colonial, hasta una mediana modernidad. Antiguas joyas arquitectónicas, que han superado el tiempo, los terremotos, temblores, y otros fenómenos atmosféricos, destacándose, iglesias, claustros, monasterios, museos, universidades y colegios. Con el recuerdo por cualquier sitio, de la influencia española, los negros e indígenas que han demarcado con sus mezclas, un ciudadano amante de la cultura, el folclor y los buenos principios. Ciudad con grandes personajes ilustres, mártires, héroes, sabios, presidentes de la República y miembros de la política, de gran peso y formación, han salido de Popayán.
El destino de haber tenido, una hermana casada con payanes, nos permitió un contacto, nunca imaginado. Sin ponernos de acuerdo, los asistentes de la familia fuimos a celebrar la boda del último hijo que mi hermana nos dejó. Sentimos desde el cielo, con su llamado, que ella, no nos perdonaría, de no haber estado acompañando, a esa pareja de jóvenes afortunados, que marcarían la continuidad de dos familias, payanesas y samarias.
Popayán, continúa teniendo un nivel cultural elevado y un caracter de sus habitantes, resultado de una mezcla que incluye personajes de rancios abolengos, con sus indígenas, primitivos habitantes, y negros esclavos importados, en medio de una fuerte influencia de principios católicos, conformando un ciudadano, que quiere y defiende su ciudad, desde los tiempos de la colonia. Resultando como ejemplos, un taxista que puede ser un profesional del derecho o de la medicina, y una niña de 9 años, conocedora de comidas, como cualquier chef.
Todo colombiano debería conocer a Popayán, cada vez que quiera crecer en espiritualidad y conocer un importante componente de la historia de Colombia, ahora tan maltratada, para reforzar los lazos familiares que, aún entre regiones tan diferentes, nos permiten, elevarnos a buscar la verdadera felicidad. Todos festejamos esta unión, augurándole a los nuevos esposos, un camino lleno de comprensión y felicidad.
Con la bendición celestial de mi hermana y los demás ausentes, regresamos a continuar nuestra vida diaria, no sin antes, agradecer las atenciones recibidas. Complacidos de continuar, conectados por principios sanos, con una ciudad pequeña, pero, grande por su historia pintada de blanco, como llamando a la paz perdida, amenazada por una guerra sin tregua entre hermanos, que aleja cada vez más la tan controvertida propuesta de paz total.
Gracias hermanita, te cumplimos tus deseos, tus ejemplos y enseñanzas. El principio de una buena formación familiar, es el principal camino, para mejorar un país, sentirnos todos como una sola familia, lograría, lo que a través de propuestas políticas no se ha podido conseguir, sin considerar que, para buscar un acuerdo, debemos reconocer que al final, aún con grandes diferencias, económicas o socioculturales, lo primero es, corregir los grandes defectos en los que las familias se debaten. ¡Empecemos!