En medio de la confusión de un sistema de salud, nos remontamos a aquellos tiempos cuando nuestros padres nos llevaban a disfrutar de un momento inolvidable, desconocido inicialmente, en donde nos encontrábamos, un grupo de infantes con edades similares, guiados por personas mayores que, ya tenían instalada la bolsa de los confites, pitos y otros juguetes, cuyo origen no sabíamos de dónde venía. Terminábamos esperando que, alguno con los ojos vendados, pudiera darle un golpe para desbaratar la gran bolsa, y lanzarnos a recoger las golosinas que posteriormente nos pudieran ocasionar trastornos digestivos. Nada más similar a lo que está sucediendo con la salud en Colombia. En un país enfermo, con alta proporción de patologías mentales, trastornos de la personalidad, neurosis, psicosis, depresión, ansiedad, y severos desarreglos familiares. A las que sumamos, una gran cantidad de enfermedades relacionadas con la pobreza, la desnutrición, el abandono, la falta de servicios públicos, agua, energía, alcantarillado, educación, desempleo, seguridad, etc.
Sin ideas claras, sin participación de expertos, ni de las comunidades, con la llegada de un gran número de proyectos presentados, sin bases de evidencias en salud, esta lluvia de propuestas, nos están llevando a una mayor número de equivocaciones y decisiones, sin respuesta a los cambios de la modernidad, la inteligencia artificial, las comunicaciones, los medios virtuales, en medio de un alto porcentaje de personas sufridas y necesitadas.
Creo que lo único que falta, es que se eliminen los trabajadores de la salud, ya que parece ignorarse un componente esencial de la salud, el conocimiento científico, aplicado, para mejorar las condiciones de vida de las personas, a prevenir y tratar enfermedades, disminuir el dolor y el impacto negativo en familiares y relacionados.
Una discusión aislada, entre políticos, hace imposible logros con fines resolutivos firmes y permanentes. Aquellos países, que manejan la salud por sus gobiernos, tienen una estructura histórica desde hace muchos años, no permitiendo que los recursos de la salud sean derrochados en la parte pública y en lo privado.
Un sistema colombiano complejo de salud, con recursos limitados de personal, en medio de una severa crisis financiera, necesita reformarse, pero no de cualquier manera. Se requiere una gran discusión, que no se ha dado, sobre la base de los conocimientos y los adelantos científicos, en un momento crítico para la toma de decisiones.
Se debe hacer un alto en el camino, y acabar con la piñata, y clausurar el juego de niños. Llevar la discusión y trabajar por aprovechar los esfuerzos, los sacrificios y el conocimiento de personas debidamente educadas y formadas, para responder a la gran encrucijada en la que nos encontramos.
Errores importantes, abandonar el carácter humanitario de los profesionales de la salud, dándoles al mismo tiempo posibilidades de formación y educación continuada, para aumentar su número y calidad de formación. Simultáneamente, involucrar la educación en salud a las comunidades, desde las escuelas para enseñar la importancia y existencia de soluciones.
Estrategias fundamentales, tener los recursos de personal listos, junto con las estructuras de atención ambulatoria y hospitalaria, para hacer una reforma con base en los adelantos científicos, la atención primaria, las necesidades de las personas, la participación de las comunidades, involucrando los grandes avances de la tecnología actual, la telemedicina, la sistematización, los medios virtuales, la inteligencia artificial controlada y todos los avances tecnológicos convenientes.
El Estado, como directo responsable de la salud de los ciudadanos, debe organizar una necesaria y verdadera reforma, de nuestro anticuado Sistema de Salud.