El muerto al hoyo y el vivo al bollo, este dicho popular, resume nuestra actuación ante las tragedias y desastres que cada día se suceden, muchas con ocasión de fenómenos naturales que se conocen, pero no se previenen, ligadas a la pobreza, a la miseria y a la forma inhumana en que viven las familias, ubicadas en zonas de alto riesgo, ríos, mares, terrenos, que en cualquier momento pueden fallar y desaparecer todo un trabajo de una vida, y muchas veces con sus propios habitantes, que ante las grandes fuerzas de la naturaleza no pueden hacer nada. Desastres naturales, deslizamientos, Fenómeno de El Niño, inundaciones, incendios forestales y muchos más
Peor que estos desastres, son aquellos que el mismo ser humano induce para atentar contra la vida de los demás, el ejemplo actual, la guerra de Rusia contra Ucrania, David contra Goliat, con desastres diarios, destrucción de ciudades enteras, muerte de niños y ancianos, que ni siquiera pueden correr. Esas son decisiones políticas mundiales, ejemplo universal como muchas otras, que se siguen dando a diario.
En Colombia, después de la firma de la paz, la guerra sigue, y los muertos que incluyen inocentes continúan en los territorios disputados, en el que el narcotráfico estimula acciones delincuenciales, que involucra hasta a los niños en la guerra. La delincuencia común, crece con causas conocidas, que no podremos eliminar, en ocasiones con base en las necesidades de quienes las ejecutan, y otras, que vienen desde sus ancestros, familiares o padres en la misma carrera. La fiebre no está en las sábanas, hay que ayudar a estructurar las familias, las escuelas, los colegios, y universidades, en donde las acciones son importantes. Al respecto, estoy agradecido de mi colegio el Liceo Celedón de Santa Marta, de mis compañeros de graduación de bachillerato, no conozco ningún delincuente, a pesar de que orgullosamente el 99% provenía de estratos inferiores con grandes necesidades, en nuestro caso, el colegio corregía lo que en las casas no hacían, ayudando así a formar verdaderos ciudadanos, dignos representantes de la especie humana. Estoy orgulloso de todos ellos, con quienes además creamos la necesidad de tratar de ayudar a los demás, sin importar las permanentes limitaciones.
Las economías actuales tanto capitalistas como comunistas, no han podido solucionar las grandes diferencias en las que el mundo se debate ante la mirada impávida de quienes vemos u oímos actos delictuosos. Si el comportamiento de las personas es un desastre mayor, con origen fundamental en la falta de oportunidades en educación, empleo, trabajo. ¿Cómo vamos a corregir problemas como la salud? Según el Instituto de Medicina Legal, 15.823 niños y adolescentes han sido abusados sexualmente, entre enero y septiembre del presente año. Con el aumento de enfermedades infecciosas, cardiovasculares y de todas las otras especialidades, a las que se suma la violencia, los accidentes de tránsito, la drogadicción y muchas más.
Si el nuevo gobierno de verdad quiere hacer un cambio, tiene que dar el ejemplo, de compartir sus decisiones, con las personas que saben cada tema en su área, sin importar sus raíces políticas, eliminando la venganza y los odios que los mismos líderes frecuentemente ponen como ejemplo.
La pregunta que me hago es: ¿podemos seguir siendo indiferentes? O participar muy respetuosamente, para que nuestros líderes, direccionen y mejoren sus actuaciones, estudiando, con metodología científica previa, la gran cantidad de decisiones diarias importantes, que al menos, tengan la posibilidad de proyectar un mundo mejor para esa mitad de nuestro país que persiste en la pobreza y el abandono.