Recientemente en la ciudad porque no conocemos que se practique en otras capitales del país, algunas tiendas llamadas de grandes superficies, es decir, supermercados o súper almacenes por departamentos que además de alimentos, servicios de comidas y bebidas, ofrecen toda clase de artículos variados como electrodomésticos, ropas y otros, adoptaron la decisión de suspender la entrega de bolsas para empacar la mercancía adquirida por los clientes, aviso que se les comunica a los compradores en el momento de cancelar en las cajas registradoras de salida, cuando el comprador ha gastado buena parte de su tiempo escogiendo, seleccionando la mercancía que llevará.
Esta es y fue desde el principio una antipática medida que ha despertado un rechazo unánime de la clientela. Hasta el extremo que cientos de personas han decidido no volver a estos supermercados. Que consideremos de buena aceptación que por ejemplo se le manifieste al cliente en el momento de pagar si desea bolsas y este al afirmarlo tendrá un mínimo recargo por dichos envoltorios.
Pero algunas tiendas por medio de la cajera expresan que no hay bolsas porque "es uno de los días sin bolsas". Cuando indagamos a una de estas dependencias cuál era el motivo respondieron que la orden obedecía a la intención de los dueños de favorecer el medio ambiente y contribuir a la mínima contaminación. Tremenda mentira. Y es tremenda mentira porque enseguida, cuando el cliente le pregunta a la cajera u otra dependiente "Como voy a salir con tantas cosas en la mano para llevárselas?", enseguida la o el empleado responde que "tenemos las bolsas de papel o de hilos de la firma para ayudarlo". Es decir, con el pretexto de dizque contribuir a mejorar la contaminación, lo que está sucediendo es un nuevo renglón de ingreso, camuflado, ridículo en demasía porque las bolsas ofrecidas tienen el logotipo impreso de los oferentes.
Este tema contradice el concepto universal de que cuando la clientela en el comercio adquiere un artículo o varios la tienda los envuelve en un recipiente generalmente de plástico. Es prácticamente un servicio complementario, no adicional de la compra total.
Además de fácil entendimiento lógico porque la satisfacción del cliente aplaude hasta la forma como cargar para su hogar o su destino próximo todo lo que lleva adquirido. No debe ser nada agradable observar en la calle haciendo mil piruetas para que no se le caigan los artículos a cualquier dama asustada y complicada por no tener los recipientes entregados por la tienda vendedora. En otras palabras se está utilizando el pretexto científico para tener otra fuente de ingreso. Repetimos, nos parece bastante aceptable que un cajero hombre o mujer pregunte al cliente si desea empaque para llevar su mercancía.
A un mínimo precio se pueden llevar una o varias bolsas. Pero el argumento burdo de estas ciertas tiendas abusivas lo que ofrecen es un espectáculo burdo y ordinario de apetencia comercial que se debe rechazar. Parece ser que el olfato comercial se les está olvidando y que el mercadeo primario tiene como principal objetivo la comodidad y satisfacción del cliente. Después de todo esto vive el comercio, del que compra. La regla es elemental y la conforman el oferente y el demandante. Pero con estas actitudes se quiebra antipaticamente el eslabón ideal.