Verdaderamente el país ha llegado a un grado de putrefacción en cuanto a criterios y conceptos sobre la dignidad humana, la ética, los principios y valores humanos, que a cada momento escuchamos voces, leemos opiniones, recibimos informaciones que nos dejan perplejos. Ellas vienen de la llamada clase dirigente, de quienes ocupan o han ejercido como autoridades nacionales, o de los que en su papel de orientadores de la opinión pública tienen el deber indelegable de guiar a la ciudadanía.

Recientemente el exfiscal Montealegre, que fue un pésimo funcionario más payaso y teatral que ejecutor dejando una sombra funesta en sus funciones en recientes declaraciones muy similares a los de otros llamados líderes actuales de la opinión pública, manifestó que los grupos de antisociales, asesinos, homicidas, corruptos comprobados, si se acogen a los direccionamientos de los derechos humanos que trata de establecer auténticos voceros internacionales y nacionales con respaldo institucional, es posible que se ganen un principio de oportunidad en los tinglados jurídicos, en los procesos penales, lo que significaría que se les otorga beneficios en las penas como rebajas, escogimiento en el sitio de reclusión y múltiples comodidades que no tiene un reo común. Es decir, no importa la racha de criminalidad que arrastren pueden llegar a casos de ser perdonados, alabados, ensalzados. ¡Qué horror!

Pero los estamos viendo sentados en el Congreso pontificando sobre moral y Leyes a criminales que llenaron espacios por cincuenta años de la vida delictiva de la Farc. Y estamos a punto de verlo nuevamente con la apertura de diálogos con el ELN, no importa cuántos crímenes haya cometido o su grado de altísima peligrosidad. Acaso haber dado muerte a 16 inocentes patrulleros muy jóvenes en la Escuela Santander con una bomba no es la gráfica más elocuente de este grado de impunidad que las mismas autoridades establecen? Ya, desde antes que las comisiones correspondientes se sienten en La Habana a la mesa a tomarse un café olímpicamente el nuevo gobierno anuncia la suspensión de las órdenes de captura que tengan los cabecillas del ELN en el momento e igualmente de los procesos de extradición que se encuentren en trámite o se vaya a iniciar. Es decir antes de iniciar el más mínimo ensayo de examen de sucesos o inventario de ellos ya un disimulado perdón recae sobre los sediciosos. Por eso estamos así en Colombia, por ello estamos condenados a un aparente sosiego temporal con los bandidos, disfrazado de mano blanda, cuyo primer resultado es una impunidad alimentadora de la continuidad de las carreras delictivas y si no se quiere ver ahí tenemos las disidencia de la Farc hoy día reviviendo lo que se creyó sepultar hace cuatro años.

Cualquiera que nos lee pensará que este autor es de extrema derecha en su ideología y postura, porque todo lo quieren resolver y clasificar en ese elemental diseño de las ideologías de un extremo a otro como si fuese un pecado o mancha pertenecer a uno de esos extremos. Es un disfraz ridículo. Lo que se trata simplemente es señalar la falta de autoridad, de dignidad humana de gobernantes, de firmeza con la introducción de la misma impunidad cancerosa antes de abrir la puerta de entrada a las soluciones finales. Así jamás saldremos de la violencia. El que se convierte en asesino debe pagar las penas, para ello se creó la Ley el mejor invento del mundo.