El Heraldo
Opinión

Otra discriminacion

Antes de la Pandemia estábamos felices en Barraquilla por la escogencia que nos habían efectuada como sede del Congreso del BID este año, en el segundo semestre. 

Además de merecido, la ciudad era gratificada por los caros esfuerzos encaminados a lograr su máximo bienestar, progreso, desarrollo, ordenamiento, de la mano eficaz de las autoridades de turno. El ataque traicionero al mundo del feroz virus obligó al aplazamiento del evento, como sucedió con miles de casos en todas partes posponiéndolo para el primer semestre del próximo año. Ojalá se pueda realizar.

Pero como siempre no todo es felicitaciones y sonrisas. A menudo se esconde el sabor agrio en todas estas manifestaciones humanas que causan tristeza y a veces, expresivo fastidio. Fuentes bien respaldadas nos relataron recientemente que toda la logística de la preparación del evento aplazado, toda la contratación de los insumos de soporte, todo el enlace y adjudicación de los preparativos, muebles, enseres, servicios, engranaje de turismo, asistencias técnicas y profesionales, es decir toda la infraestructura de localidad que se requiere en un evento de esta naturaleza con participación de cinco mil personas, todo ello, por sistema de adjudicación, contratación, designación, fueron repartidos a firmas muy respetables, a empresas bastante prestigiosas, pero desafortunadamente establecidas legalmente y operativamente fuera de Barranquilla. Solo una porción porcentualmente mínima de toda esa inmensa logística, a manera de limosna, se adjudicó a la operatividad y servicio laboral de nuestra ciudad.

Aquí en este análisis, de entrada hay una palpable acción de discriminación empujada por la envidia, los celos y posiblemente por otros intereses que no es presumible comentar en este momento. Pero si causa mucha desilusión, quizás tristeza que, al conocerse los secretos del desarrollo de este congreso, entre bastidores, siempre se esconde lo que no quisiéramos ver: El centralismo tanto del gobierno como del sector privado que muchísimas veces actúan de esta manera sinuosa: Para el contentillo inicial, los aplausos, la vitrina, primero la adjudicación o escogencia de las sedes lo cual levanta a las graderías, después, el sol no deja ver a las luminarias escondidas, vienen los contratos, las adjudicaciones a dedo o con los parapetos de rigor y por supuesto los presupuestos.

Si nos ponemos a analizar el proceso, presuntamente no hay a la vista delito alguno, ni siquiera intención. "Ya les dimos la sede, qué más quieren?", la pregunta del millón podría ser: Que dirían los antioqueños, los vallunos, los bogotanos en un caso como este? Con toda razón se contentarían solo con los titulares? Pero así fue como nos enamoraron, cautivaron, para después no darnos el paquete completo. Pusimos imagen, esfuerzos, voluntad, pero nuestra fuerza laboral, nuestra infraestructura de servicios quedo por fuera. El eterno centralismo que nos agobia hace siglos, el mendrugo adornado de perlas pero sin fondo alguno de realidades. Por eso debemos sacudirnos permanentemente en contra de esa absorción letal y seguir luchando por la regionalización y autonomías administrativas y presupuestales.

 

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