Aun cuando el tema es crítico en todo el país, recientes estadísticas publicadas por entidades internacionales reportan que el número de siniestros vehiculares en América Latina es muy alto sobrepasando bastante a los similares en Europa y Asia. Pero segmentando dichas estadísticas aparece Colombia bastante por encima de otros Estados presumiblemente inundados de esta calamidad mundial como Brasil y México. Pero vale la pena hacer un elemental análisis de lo nuestro y en particular de Barranquilla porque el número de accidentes viales en vehículos, motos, bicicletas, peatones ya sobrepasa de manera alarmante las cifras calculadas.

Cuando tenemos en solo Barranquilla unos mil muertos por accidentes viales al año uno se sorprende. Cuando se lee o escucha periodísticamente de los heridos nos alarmamos, de las personas fallecidas por caminar entre calles y andenes, en cruces, en bulevares. Cuando las chazas, bicicletas, las mismas motos se suben en los andenes o transitan en contravía por las mismas calles sin respetar distancia o preferencias o señales de tránsito expuestas visiblemente, no podemos comprender las razones logísticas de los causantes y las víctimas. Por más que los peritos se esfuerzan en explicar los orígenes de tanta accidentalidad el raciocinio simple de ciudadanos no nos permite aterrizar en motivaciones que tengan algo de lógica.

Quizás el Doctor Víctor Cantillo verdadera autoridad en esta materia entre nosotros, como estudioso profesor de este tema pueda tener respuestas más académicas, pero la verdad es que a nuestros ciudadanos comunes la principal causa de este desorden que precede a las lápidas del cementerio es la falta de autoridad en la rama del tránsito, la cual ejerce la policía de una manera categóricamente deficiente por no decir ausente. Desde luego que esa manera machista, estúpida del costeño que creemos ser superiores a todo el mundo y que nadie debe interrumpir nuestra voluntad de hacer lo que nos dé la gana así sea causando muertos, podría ser también una motivación de estudio sobre el tema, porque esa rebeldía a cumplir norma es típicamente un caso psicopático.

Cada día tenemos más vehículos. Ya hoy día, no cabemos en los espacios que llamamos avenidas y calles en la ciudad a ciertas horas especialmente las críticas. Si a esto sumamos la conocida impericia donde cualquiera se sube un timón creyendo que está manejado el horno de la casa, si agregamos la desobediencia porque hay que llenarse de licor por cualquier causa porque así soy yo, si no vemos ni un policía en las peores horas de congestiones, si reunimos todas estas falencias, la sola falta de vías no es la respuesta.

Un alto Funcionario del tránsito nos comentaba recientemente que ya la retención del vehículo para los "patios", los comparendos, la retención de documentos, nada de estas medidas tienen resultados. Que la falta de responsabilidad de los conductores a veces asusta porque se comprende que por las calles rueda y transite un asesino en potencia si no cumple con las más elementales medidas. En una palabra hay que enfocarse en reforzar con alto tecnicismo a la autoridad y pararle más atención a la salud mental de una ciudadanía que conduciendo vehículos se creen supermanes, con groserías y petulancia incluidos.