Hace pocos meses en esta la columna coméntanos que según las estadísticas criminales en Barranquilla se publicaban dos puntos: cuatro asesinatos cada día, lo que sumaba al mes algo cercano a los setenta crímenes y al año una terrible realidad de alrededor de ochocientos delitos mortuorios. Increíble, doloroso, espeluznante con otro agravante peor aún: Ya la ciudadanía consciente no se asombra tanto, no se sobrecoge como años atrás, porque ya se acostumbró a esta fatídica estadística publicada a diario en los medios escritos, radiales y televisivos.
En cualquier ciudad grande de Europa o Latinoamérica un asesinato como los nuestros a diario representa el escándalo y el terror que los medios dias y dias enteros, por semanas comentan sin cesar, alcanzando los mas mininos detalles. Entre nosotros el uno reemplaza al del día siguiente o viceversa, otros no se vuelven a mencionar porque quizás son rutinarios como los de las famosas vendettas entre narcotraficantes, que folclóricamente considerados ya son “menú diaria". Por supuesto, no hay nada más patético que estas estadísticas que provocan en el ciudadano miedo, a veces justificado terror, desconfianza, prevención, inseguridad. Es como si estuviésemos veinticuatro horas dirías a la espera del próximo escándalo, patético anuncio o desagradable noticia.
¿Las causas?. Varias, conocidas, vigentes, suficientemente estudiadas, altamente diagnosticadas lo que arroja como resultado en estas líneas que no estamos descubriendo nada nuevo y que estas ideas expuestas no tienen nada de originales. El ciudadano sabe que convive con el crimen y se cuida o protege dentro de lo posible. Los anuncios, las fotografías, las noticias que se divulgan sobre lo bella que está la ciudad, muy cierto, mas progreso, sus avances en todos los frentes menos en arreglar andenes y calles, todo ello produce gran satisfacción pero la triste realidad que ante este vandalismo criminal la gente vive acobardada. La seguridad es ante todo el principal estandarte del progreso.
Esas causas del crimen son la falta de educación, ya lo sabemos, la insuficiencia del ejercicio en la justicia ya lo conocemos, porque a diario las noticias nos dicen que los delincuentes apresados en alto porcentaje ya tenían como antecedentes varias entradas a las cárceles. ¿Por qué salen a la libertad tan pronto? Otra razón ampliamente conocida es la que describió el Presidente Obama cuando ejercía al afirmar que “mientras el narcotráfico producto de los alucinógenos exista y siga sin control los índices criminales del mundo no se acabaran”. Una frase que no es original pero es el resumen de todo lo que sucede en el mundo de la criminalidad. Y por último está la pésima causa como agravante demoledor de todo este tinglado, una falta de autoridad vigente en todos los espacios que facilita la ejecución de los delitos. Se nos puede afirmar que en otros países a pesar de mucha autoridad se multiplican delitos, es cierto pero entre nosotros no solamente se multiplican sino que quedan impunes en altísimo porcentaje.
En una palabra todo lo anterior se resume a afirmar tristemente que seguimos desprotegidos, que muchísimas veces, cantidades, buscamos un policía, a gritos, la gente desesperada y aparece cuando el delincuente ya está durmiendo siesta en su casa. Con el botín, un rolex quizás, debajo de su cama o reposando en su brazo. Y si hubo un muerto se fotografía a la viuda o los hijos o la madre gritando con razón que se haga justicia.