
Guerra fría
La olla a presión está para reventar y la llave del gas está abierta hasta el tope. Sobran incendiarios y faltan bomberos. Quisiera uno ser optimista, pero no se puede. No hay cómo porque no importa el quién. La guerra está tan enquistada en nuestro genoma que no cuesta convencernos para votar berracos. Odio o miedo. Patria o muerte. Nadie vence. El chischás de las espadas no fue un accidente ni queda como anécdota. Nos están avisando y avisados estamos.
Cuando caer más bajo no parecía posible, el comandante del Ejército se transa en pelea twittera con un candidato a la presidencia para, y según él, defender el honor de la institución que lidera. Aparte de la burla de frente a la Constitución y su expresa prohibición a la participación en política de las fuerzas armadas, preocupa la memoria selectiva de un comandante al que ofende un trino más que una historia imposible de esconder de falsos positivos, complicidad de algunos mandos con la mafia y convivencia con el paramilitarismo. No fue ruido sino escándalo el que hicieron esos sables que aún se blanden peligrosamente, y que sin duda entraron a turbar aún más una campaña electoral que no alcanza ni a lamentable.
Y como cereza podrida del postre agrio, un noticiero emite con pelos y detalles un informe sobre una comparecencia que nunca pasó. A la hora de presentar excusas, noble gesto en un país donde pocos lo hacen, se olvidan de mencionar el nombre del principal afectado. Cambiaron una noticia falsa por una descortesía, y la vida sigue. Plata es plata y lo que fue, fue. Así se piensa y así se hace.
La devoción mesiánica a la que se ha entregado la política nacional nos tiene divididos en dos bandos tan lejanos en sus ideales de país como cercanos en su ciega, sorda y muda defensa del caudillo. El odio y el miedo terminarán siendo los electores, y como sociedad quien sabe hasta donde aguantemos este estado de guerra fría civil en la que sobreaguamos desde mediados del siglo pasado, pero que sin duda ha alcanzado un pico de exposición y malestar en este último cuatrienio. Ya veremos, si alcanzamos, lo que dirán los libros de historia sobre el mandato de Duque cuando se pueda ver con algo de distancia. Por lo pronto va siendo un fiasco, y ya tiempo no le queda para revertir esa impresión.
Como todos los días aparece algo nuevo, ya hoy o mañana los reflectores apuntarán a otro lado del escenario. Nos están anunciando videos eróticos, ya hablan de empresas en paraísos fiscales, demandas y denuncias que van y que vienen, amenazas de carcelazos, desafinadas menciones a enfermedades caninas, congestión en oficinas de pasaportes y aeropuertos, o plomo es lo que hay y lo que viene. En eso tienen razón, porque a plomo venimos intentando resolver las cosas desde 1948, y nada.
La olla a presión está para reventar y la llave del gas está abierta hasta el tope. Sobran incendiarios y faltan bomberos. Quisiera uno ser optimista, pero no se puede. No hay cómo porque no importa el quién. La guerra está tan enquistada en nuestro genoma que no cuesta convencernos para votar berracos. Odio o miedo. Patria o muerte. Nadie vence. El chischás de las espadas no fue un accidente ni queda como anécdota. Nos están avisando y avisados estamos.
Pd: Mientras Jessurum se vanagloria de su reelección por “los verdaderos dueños del fútbol”, en Santa Marta se matan hinchas por un trapo. Con excepción de las selecciones femeninas, todo es espantoso en el fútbol colombiano.
asf1904@yahoo.com
@alfredosabbagh
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