
Es público
Los cambios y ajustes en la relación de los medios con la audiencia que ha traído consigo la tecnología digital, sumado a la crisis de los medios tradicionales, han derivado en la errónea percepción de que debería replantearse la existencia de los medios públicos por su falta de rentabilidad y rating.
Desde hace días Telemedellín es noticia. Al despido del director del noticiero de dicho canal se sumaron las filtraciones de unos audios en los que el actual gerente reconocía “hacer un caso el verraco” a lo que el jefe le pidiera, y ahora se remata con la polémica generada por el eco amplificado que el medio hace a los ataques que el alcalde Daniel Quintero realiza al periódico “El Colombiano”, su abierto opositor. Sobre esto último la FLIP se pronunció para rechazar dichos ataques y llamar “propaganda pura” a la línea editorial del canal en defensa de su (supuesto) jefe.
Vale anotar que Telemedellín nació en 1996 como un canal local sin ánimo de lucro creado por la Alcaldía de Medellín con la anuencia del Concejo local, y sus emisiones formales luego de la señal de prueba iniciaron en 1998. Su financiación corre entonces por cuenta de los medellinenses, quienes con sus impuestos mantienen lo que se entiende debe ser un canal de interés público y ciudadano, con una programación encaminada precisamente a servir esos intereses por encima de los afanes comerciales de la televisión privada.
La abierta utilización propagandística de Telemedellín por parte del alcalde Quintero no es la primera ni tampoco pinta para ser la última ocasión en que un mandatario cree que es suyo lo prestado que trae consigo el cargo que temporalmente ocupa. En los medios públicos, y particularmente en la televisión, es hasta parte del paisaje el que las juntas directivas de turno estén más pendientes de pagar favores o de mantener los mal llamados “espacios institucionales” (que no son más que masajes costosos al ego), que de preocuparse por trazar políticas de desarrollo y acompañar propuestas de programación que sean interesantes, pertinentes y socialmente responsables; todo en el entendido de audiencias dispares a las que es necesario llegar con propuestas novedosas. A los medios públicos acuden para ponerse medallas de cobre pintadas de buenas intenciones o, peor aún, creen que el medio es su medalla. Nada de eso. Lo público es del ciudadano.
Los cambios y ajustes en la relación de los medios con la audiencia que ha traído consigo la tecnología digital, sumado a la crisis de los medios tradicionales, han derivado en la errónea percepción de que debería replantearse la existencia de los medios públicos por su falta de rentabilidad y rating. Al contrario: Es en estos momentos de atomización de la oferta en que se hace socialmente necesario mantener una oferta mediática que no se rija por los vaivenes del mercado y que mida su impacto más allá de las muy discutibles, por anacrónicas, cifras del rating. Obvio que televisión sin televidentes no sirve, pero televisión pública sin sentido de lo público tampoco.
Hoy es Telemedellín, como antes fue Canal Capital, Telecafé, Telecaribe o la misma Señal Colombia. Ojalá esa mala costumbre de querer adueñarse de lo público se les quite a los mandatarios de turno. A todos.
asf1904@yahoo.com
@alfredosabbagh
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