Estoy de acuerdo con Lidio García, presidente del Senado de la Republica: si bien la rebaja de salarios de los congresistas no resuelve el problema de equidad del país, es un gesto que podría empezar a cambiar los discursos de la concentración y la injusticia.

Los colombianos lo vienen pidiendo al Congreso desde hace mucho rato, en ocasiones de manera ruidosa, porque creen que sus miembros no se merecen los 30 y tantos millones de pesos que se ganan.

Sin entrar a considerar las razones o sinrazones de la solicitud, los congresistas perdieron la oportunidad de tener un acto noble con su pueblo. Y más que eso, de iniciar una gran reflexión nacional que nos permitiera debatir el tipo de socidad que tenemos.

Es cierto: Para que una persona nacida pobre en Colombia pueda ascender a la clase media, se requieren 11 generaciones, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. En China se necesitan 7 y en Dinamarca 2. El reto no se resuelve con gestos sino con acciones decididas que redistribuyan la riqueza .

Pero si al movimiento se hubiese sumado, cómo era de esperarse, el Presidente de la República, los magistrados, el Fiscal General, el Procurador, el Defensor del Pueblo, el Contralor, el Registrador Nacional, que ganan tanto como los congresistas, el mensaje habría sido vigoroso.

Mucho más, si a continuación siguieran el gerente de la Federación de Cafeteros y los presidentes de las cámaras de Comercio, entre otros, que reciben tres y más veces lo de senadores y representantes.

Entrados en gastos -o rebajas- lo mismo tendrían que haber hecho los gerentes generales, presidentes de compañías privadas y directores de los grandes medios de comunicación, con ingresos que quintuplican los estipendios de los padres de la patria.

García propuso que los 7 mil millones de pesos que impactaría la rebaja en el Congreso, se usaran para inversión pública. En el caso de las empresas e industrias deberían utilizarse para aumentar los sueldos de los trabajadores rasos.

Habría sido una respuesta interesante frente al malestar de hoy de trabajadores y estudiantes, que no marchan contra el gobierno actual o los poderes estatales, sino por el modelo de sociedad que hemos construido a lo largo de nuestra historia.

Y de ahí en adelante, tendrían que venir las acciones.

Pero la petición de García no tuvo eco. Aún sus propios colegas dijeron que era demagogia.

Habría que sentarse a esperar, entonces, que aprueben las leyes que recojan la iniquidad ancestral.

Por lo pronto no se ven la señales. De hecho, la aprobación de la ley de financiamiento es contraria a esa senda necesaria.

Entonces lo que van dejando claro es la verdadera esencia del problema: no es que los congresistas ganen demasiado sino que detentan poca sensatez y gallardía.

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@AlbertoMtinezM