En este 2025 que ya casi expira escribí, entre tantos temas futboleros, sobre la llegada de Luis Díaz al Bayern Múnich. Dije que los millones de hinchas del equipo bávaro verán a un futbolista con una formidable mezcla de imprevisibilidad y generosidad. Lo disfrutarán cuando vaya veloz y eludiendo rivales en el ataque y luego se emocionarán cuando preste toda su energía y voluntad para ayudar en la recuperación del balón.

También lo hice al arribo del profesor Alfredo Arias a Barranquilla para guiar al Junior. Dije que era un respetuoso de las particularidades de los futbolistas, no es fanático de la uniformidad, pero cree en la continuidad del sacrificio. Mientras llega el momento de que su equipo hable por él, se encarga de dejar un mensaje claro, con el uso correcto del idioma, de su ideario futbolístico.

Hubo, también, un espacio especial para un reconocimiento a Carlos Bacca por alcanzar la cifra de 800 partidos profesionales. Su historia personal y profesional es un relato de cambio, crecimiento y Fe. Apretó los dientes, corrigió comportamientos y se fue a Europa. Y allí transitó, con ilimitado coraje y frenética determinación, el competitivo fútbol del viejo continente. Y triunfó.

No podía estar ausente la selección Colombia. Contra esta Argentina, de visitante, era muy probable que los ataques de Colombia muchas veces no iban a ser con compañías cercanas, entonces se necesitaba un delantero con el carácter, la calidad y capacidad de desequilibrio para auto gestionarse las jugadas y ese es, sin dudas, Lucho Díaz.

Y también escribí del fútbol internacional. De Bruyne y Modric fueron motivo de algunas líneas en los días en que anunciaron su adiós del Real Madrid y el Manchester City, respectivamente. Dos fabulosos jugadores que entendieron y demostraron la esencia colectiva de este juego. Que asombraron al planeta fútbol no solo con su luz, sino porque ayudaron a encender las de sus compañeros.

Y por supuesto, no podía faltar la estrella 11 de Junior. Este fue un equipo con una actitud combativa, con mucha mística, que hizo del esfuerzo una constante. Que fue capaz de remontar marcadores en contra.

Dios mediante en 2026 estas letras futboleras, sencillas, sin ninguna presunción academicista, solo con la voz, respeto y pasión de quien las escribe, serán un pretexto para reunirnos alrededor de este maravilloso juego. Mil gracias a EL HERALDO por la confianza y a los lectores por la compañía. ¡Feliz año nuevo!