Cada diciembre, Oxford University Press —la institución responsable de los diccionarios Oxford y una de las editoriales académicas más antiguas y reconocidas del mundo— anuncia su palabra del año. La selección se basa en el análisis de millones de registros del inglés contemporáneo: libros, prensa, redes sociales, foros y todo tipo de comunicaciones públicas. El objetivo es identificar la expresión que mejor refleja una tendencia cultural significativa, una preocupación colectiva o un cambio en la forma como nos relacionamos con el mundo. Para 2025, Oxford eligió el término rage bait. En español podría traducirse como «carnada de rabia» o, más ampliamente, como el contenido en línea diseñado deliberadamente para provocar ira o indignación.
Que el idioma registre este fenómeno no sorprende. Las redes sociales han ampliado su influencia sobre el juicio y el ánimo de millones de personas. El espacio para la discusión y el diálogo se reduce de forma considerable. La exposición continua a contenidos diseñados para irritar o entretener sin pausa afecta la capacidad de concentración, deteriora la paciencia y favorece la circulación de información imprecisa. Nadie está completamente a salvo del mecanismo: jóvenes y adultos quedan atrapados en rutinas que no suelen controlar.
Sin embargo, hay algo de esperanza. La decisión del gobierno de Australia de prohibir el acceso a las redes sociales a los menores de 16 años, aunque arriesgada, debe celebrarse. No es una medida improvisada. Surge de estudios que muestran que los adolescentes son especialmente vulnerables a algoritmos que explotan sus impulsos emocionales y que la exposición temprana incrementa problemas de ansiedad, trastornos del sueño y dificultades de atención. La política australiana no resolverá todos los desafíos de la vida digital, pero sí crea un periodo de protección básica para quienes todavía están formando criterios y hábitos.
Esos jóvenes, al menos, evitarán durante unos años la exposición directa a la parte más agresiva y manipuladora del ecosistema digital, eludiendo el contacto con contenidos asociados al rage bait. Tendrán más tiempo para construir relaciones menos mediadas por pantallas y para desarrollar habilidades que les permitan enfrentar, con mayores defensas, el flujo permanente de información que caracteriza nuestra época.
La elección de Oxford confirma que este es un asunto relevante. Que la palabra del año sea un término que describe el uso sistemático de la indignación debería servir como advertencia para todos. También nos recuerda que la discusión sobre el impacto de las redes sociales no es una moda, sino un desafío real de nuestras sociedades.
moreno.slagter@yahoo.com








