Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, una fecha que debería invitarnos a reflexionar, una y otra vez, sobre qué medidas adicionales faltan —tanto a nivel nacional como internacional— para proteger a las mujeres de las violencias basadas en género. Los desafíos que enfrenta la igualdad de género atraviesan todas las esferas de lo público y lo privado; por ello, es esencial que en escenarios como la política exterior de Colombia se adelanten acciones con determinación, para que el enfoque de género sea verdaderamente transversal en el ejercicio de la diplomacia colombiana. En junio de este año, el Gobierno expidió un decreto mediante el cual se adopta formalmente una política exterior feminista, en línea con la tendencia de países como Suecia, Canadá, Francia y España, entre otros.

La política adoptada por la Cancillería se denominó “Política Exterior Feminista, o política exterior con enfoque de género”, una formulación que presenta una ligera imprecisión al equiparar las luchas feministas con el enfoque de género. Vale la pena evaluar si la denominación más adecuada debería ser “política exterior de género”, concepto que podría ofrecer un mayor alcance, una mejor receptividad y un margen más amplio y garantista para su implementación. Esta política constituye un primer paso; sin embargo, el próximo gobierno enfrentará el inmenso reto de realizar ajustes que amplíen su alcance, incorporen acciones concretas y medibles, garanticen la rendición de cuentas y establezcan mecanismos de diálogo que permitan que una política exterior de género sea realmente acogida e implementada por todos los actores involucrados.

Entre los compromisos que tiene Colombia, quizá el que exige mayor atención e inmediatez es la implementación de mecanismos efectivos de protección para mujeres víctimas de violencias basadas en género. Es prioritario que, a nivel consular, se desarrollen protocolos de atención para casos de violencia de género y que se fortalezca la coordinación con entidades locales y organismos internacionales. Estos protocolos deben responder a los contextos de los países donde hay mayor presencia de colombianas y, además, prever medidas de protección para aquellas que se encuentran en territorios donde Colombia no tiene presencia consular. Ninguna mujer colombiana debería quedar a merced de la violencia sin recibir la protección y el acompañamiento integral del Estado.

Por último, cualquier aproximación en el marco de una política exterior de género debe proyectar su alcance sobre todas las áreas de la acción exterior: migración, comercio, seguridad y defensa, medio ambiente, cultura y, por supuesto, paz. Si Colombia actúa con coherencia y eficacia, puede convertirse en un referente global en la protección y garantía de los derechos humanos de las mujeres.

@tatidangond