De gran impacto y aceptación se configura el ofrecimiento del gobernador del Atlántico, Eduardo Verano, y el alcalde de Barranquilla, Alex Char, al Gobierno Nacional, de entregarle a este Departamento y Ciudad el control, manejo y responsabilidades de la producción de energía que está en manos hoy día de Air-e, después del fracaso de la Electrificadora del Atlántico. El impacto ha sido contundente en la opinión pública, donde un primer sondeo de medios de comunicación ha marcado aceptación, satisfacción, estimamos en más del 70% de usuarios del servicio de energía actual. Porque lo que se pretende con razón es ver de qué forma se termina con esta pesadilla.

Independientemente de las cifras, pérdidas, recaudos, déficit presupuestal y monetario, mal manejo, incumplimientos del gobierno nacional en sus compromisos contractuales, la verdad de fondo es que la Costa Caribe es una martirizada región donde solo el 60% de la población puede pagar sus injustas tarifas de servicios de energía y en donde miles de hogares, aun cuando no se lo crean los monstruos capitalinos del gobierno nacional, varios días al mes miles de hogares no almuerzan para poder pagar el servicio de energía que consumen.

Seguramente el gobernador Verano y el alcalde Char han estudiado a fondo el macabro panorama financiero que proponen echarse encima, pero con valor, patriotismo y nobleza han estructurado su oferta pública. Las cifras, los conceptos, los fondos, las enormes deudas y el déficit operacional vivo y presente del servicio de producción de energía son asustadores, pero estos dos mandatarios, dándole un ejemplo al país, dijeron: ¡Sí podemos! e implementaremos los caminos y mecanismos para hacernos cargo y normalizar la situación.

Desde que anunciaron el tema públicamente es porque ya se había realizado un análisis de cifras y medios al alcance para sortear una situación que no solamente es problemática, sino de cifras astronómicas. La ciudadanía entera debe rodearlos, apoyarlos y respaldarlos. Si la oferta se hizo, es porque tienen sustentos científicos y económicos para poder salir adelante. No se puede uno imaginar una actitud de esta naturaleza sin haber previamente estudiado a fondo cifras, caminos y formas para salir del atolladero. Un absoluto respaldo debe ofrecer sin distingos políticos la ciudadanía, de todos los orígenes y procedencias, para que esta realidad llegue pronto. Nadie discute que los costeños puedan negar o no el pago de su energía; lo que simplemente necesitan con carácter de urgencia es que no nos sigan robando y amenazando con cortarnos el servicio, mientras que los mismos de siempre en el gobierno nacional practican las consabidas trampas.