En mitología griega, Némesis era la diosa de la justicia compensatoria. Castigaba la arrogancia (hybris) y los excesos de los mortales sin actuar por venganza sino para corregir desequilibrios ocasionados por dichos excesos. Hoy en día, se utiliza usualmente para referirse a una persona enfrentada a otra, o enemiga acérrima suya.

En el debate sobre fracking en Colombia, quedamos en la superficie: riesgos ambientales, dudas regulatorias, licencia social. Se rechaza toda posibilidad de explorarlo sin valorar factores geopolíticos cruciales. En el mejor ejemplo, a EE. UU., más que gas y petróleo, el shale le trajo algo más valioso: resiliencia geoeconómica y seguridad energética. Pasó, en pocos años, de ser vulnerable energéticamente a mayor productor mundial de petróleo y gas en pocos años. El impacto geopolítico no se mide en barriles, si no en margen de maniobra, solidez macroeconómica y capacidad de decisión sin riesgo de represalias energéticas. El esquema de producción no convencional tiene una ventaja estratégica: es flexible. El convencional requiere años de maduración, los pozos de shale se activan o ralentizan según condiciones de mercado, otorgando a EE. UU. la capacidad de estabilizar precios globales, responder a crisis geopolíticas y blindarse contra factores externos. Como escudo inflacionario, mientras Europa afrontaba altos precios tras la invasión a Ucrania, amortiguó el impacto gracias a su producción doméstica y la inflación energética fue contenida, la industria no se paralizó, y el consumidor final no pagó la factura de la guerra. El auge del esquema ha fortalecido la balanza comercial y revitalizado estados productores como Texas y Nuevo México, generando ingresos fiscales que financian inversión pública. Minimizó el déficit energético, llevando al país a exportador neto de gas natural licuado, con un portafolio de clientes en el mundo; irónicamente, esta protección estratégica nace de una industria que muchos hierarcas descalifican, aferrados a interpretaciones exegéticas de dogmas ideológicos, sin proponer planes alternos viables. La transición energética es muy necesaria, pero negar la importancia geopolítica actual de los hidrocarburos es sucumbir a la hybris. Estados Unidos financia su revolución verde manteniendo activa su producción de shale. En Colombia seguimos atrapados en el sofisma producir o proteger, teniendo la opción de regular, explorar, agregar fuentes y decidir con soportes. Los fósiles brindan energía con soberanía, resiliencia y poder de decisión.

Muchos caen en la arrogancia energética y han hecho del rechazo sine qua non a los fósiles un credo, sin que las renovables puedan reemplazarlos por completo ni en el corto plazo. Invocan así la visita inexorable de Némesis vía racionamientos, altas tarifas y pérdida de soberanía, como escarmiento a la soberbia y al menoscabo del equilibrio. Sin soberanía energética, los ciudadanos estamos pagando de nuestro bolsillo la dependencia del país de la voluntad, y precios, de terceros.

Coda: Miguel Uribe Turbay (Q.E.P.D.).

@achille1964