En Barranquilla no vivimos de cuentos: aquí los cambios se ven y se sienten en la calle. Llevamos casi 2 décadas demostrando que cuando se gobierna con seriedad y pensando en la gente, los resultados llegan. Y nada de eso ha sido suerte, sino el resultado de trabajo conjunto y un modelo que no se queda esperando favores del Gobierno Nacional.
Por eso molesta que, después de tres años sin aparecer con soluciones, el presidente venga a decir que aquí “nos tienen confundidos con cuentos” y que somos “la ciudad que se gana el premio del empobrecimiento”. No señor. Sí, la pobreza monetaria pudo subir un poco, pero seguimos por debajo del promedio nacional. No somos perfectos, pero tampoco el desastre que él quiere pintar. Y menos aceptamos que nos juzguen con frases sueltas, sin mirar la foto completa.
La informalidad laboral bajó de 55,9 % a 51,2 % entre 2024 y 2025, la ocupación subió a 56,8 % y el desempleo cayó a 10,1 %. El valor agregado de la ciudad rozó los 50 billones de pesos, ósea que dos de cada tres pesos que produce Atlántico, nacen aquí. Tanto que Fitch Ratings mejoró nuestra calificación crediticia, reconociendo un manejo financiero responsable y de bajo riesgo. Y nada de esto con el apoyo del Gobierno central.
Mientras aquí se trabaja, el Gobierno nos ha dejado frustraciones: nos quitó los Juegos Panamericanos, y con ellos millones en inversión, empleos y turismo. Seguimos pagando la energía más cara del país, sin una solución real. Tampoco nos apoyan con más policías para atacar la inseguridad. Y para rematar, nos cobran valorización por una obra que no se ha construido, para llevarse la plata a otro lado; entonces no solo no nos ayudan a generar más, sino que nos quieren es meter la mano al bolsillo. Para Barranquilla y el Atlántico, el respaldo del Gobierno Nacional no ha sido ayuda; ha sido ausencia disfrazada de excusas.
En Barranquilla ocurre algo extraño, el “petrocharismo”. Pero si lo analizamos bien, hasta sentido tiene: hemos sido liberales históricamente, pero nos sentimos orgullosos de lo que ha pasado los últimos 20 años. Esa es la clave, aquí se ha gobernado para todos; no importa donde viva, ni que piensa, todos se benefician y los barranquilleros lo reconocen.
Y eso es lo que le incomoda a Petro: que aquí las cosas se hagan y se vean, que no dependamos del libreto presidencial y que los barranquilleros si llevamos casi 20 años viviendo “el cambio”. No se trata de defender a un grupo político, sino de cuidar un modelo que funciona, que piensa a largo plazo y que no se detiene por cálculos electorales.
Aquí hay espacio para todos los que quieran aportar, pero no para quienes vienen a dividir. Esta ciudad aprendió a remar en la misma dirección y no vamos a dejar que nos rompan el timón. Fuera Petro; fuera esa intención de sembrar veneno en esta tierra. ¡Barranquilla se respeta!
@miguelvergarac