Durante años nos han vendido la idea de que Ecopetrol es una empresa fuerte, rentable, la gallina de los huevos de oro, una empresa que reparte billones de pesos en utilidades y sostiene buena parte del presupuesto nacional. Pero detrás de esos números brillantes, hay una realidad incómoda que pocos quieren enfrentar, Ecopetrol tiene un modelo insostenible: se come el futuro para repartir el presente, todos los de este sector lo saben, pero se tiene miedo a discutir lo obvio.

Hoy la deuda de Ecopetrol supera los 25.000 millones de dólares, mientras que el valor de la empresa ronda los 20.000 millones de dólares ¡Debe más que lo que vale! Es decir, si mañana se vendiera, seguiría el país endeudado.

Lo triste es que esa deuda no se ha adquirido para crecer, sino para poder seguir operando mientras se reparten dividendos como si todo estuviera bien. Es una empresa que entrega dividendos a sus accionistas (siendo el mayor de ellos el propio Estado) y luego se endeuda para invertir y operar.

Es como si mi sueldo se lo reparto a mis hijos para su disfrute y luego pido prestado a otros para comprar la comida para ellos mismos. No hay forma de sostener eso, eso es cortoplacismo fiscal, típico de empresas en declive o atrapadas en ciclos artificiales de rentabilidad.

A eso se suma otro problema más estructural: Ecopetrol vale lo que valen sus reservas, pero si no explora y las repone, entonces, cada vez vale menos pero su deuda sigue arriba. La empresa tiene petróleo quizás para menos de siete años. No hay una estrategia clara para reponer ese recurso, Ecopetrol se está quedando sin su materia prima, y al mismo tiempo sin su relato de futuro.

Hace tiempo que dejó de ser una petrolera sólida para convertirse en una fuente fiscal de corto plazo. No invierte lo suficiente, no diversifica a fondo, y cada año depende más de lo que ya no tiene. Sin reservas, su valor se desploma. Y si no cambia el rumbo va a ser irrelevante o más bien será una carga para los colombianos.

Entonces, ¿por qué seguimos fingiendo que nada pasa? ¿Hasta cuándo vamos a aplaudir utilidades financiadas con deuda? Si esta empresa fuera privada, los analistas estarían pidiendo la cabeza del gerente. Pero como es pública, se tolera su uso como caja menor del Gobierno, se posponen decisiones, y se aplazan las conversaciones que realmente importan y ni hablar de los sindicatos.

A pesar de todo, la empresa aún tiene alternativas, por ejemplo: blindar a la empresa de presiones políticas; Separar la renta petrolera de las finanzas públicas, para evitar que siga como caja menor del Gobierno; reestructurar la deuda y cambiar la política de dividendos, pues no se pueden repartir si luego la compañía debe endeudarse; desinvertir en áreas de baja rentabilidad y, por último, como el valor de la empresa se la dan sus reservas, la compañía debe hacer inversión agresiva en exploración.

Si no se reforma estructuralmente con urgencia, pero de verdad en lo financiero, operativo y estratégico lo mejor es venderla, si no Ecopetrol se seguirá quebrando en silencio, lentamente, mientras reparte utilidades hasta que ya no quede nada que repartir.

*Director Observatorio de Transición Energética del Caribe OTEC – universidad Área Andina