Los Juegos de Barranquilla culminaron anoche con la ceremonia de clausura que dibujó exactamente el rostro más atractivo que muestra esta ciudad y que ha cautivado a los extranjeros que durante estos días nos han visitado: la alegría.

“Barranquilla no tiene una Torre Eiffel, tampoco una Capilla Sixtina, ni una Sagrada Familia. No tiene algo que tú digas voy a visitar esta ciudad porque allí hay una atracción mundial. Pero me he enamorado de Barranquilla. ¿Y sabes por qué creo que es? Es su gente, la sonrisa permanente de sus ciudadanos. Y eso no tiene precio”. Las palabras corresponden al periodista cubano Randy Vasconcelos, del canal de televisión de Radio Rebelde.

No es el primer ciudadano de otras tierras al que le oigo pronunciar unas palabras que enorgullecen. El cantante Kevin Johansen tiene una canción hermosa –Oh, What a Waist (Pero qué cintura)- en la que enseña lugares típicos de Barranquilla a un ritmo suave, al mismo tiempo que entona estrofas como esta: “No entiendo nada pero me gusta/soy turista aquí en Barranquilla/en La Troja, la gente me recibe con una sonrisa de oreja a oreja/y yo, agradecido, solo quiero bailar, solo quiero hablar”.

El gran éxito de los Juegos Centroamericanos y del Caribe que ha organizado Barranquilla tiene muchos padres, pero sobre todo un equipo, que ha funcionado como una familia, en la que ha existido una colaboración por parte de todos. Desde la parte del voluntariado hasta la de los profesionales llegando al líder de todo esta fiesta que no es otro que el alcalde Alejandro Char.

Siempre he escuchado que cuando se trabaja en equipo es más fácil que los objetivos se alcancen, que cuando se prima lo individual o cuando existen miembros de esa familia que se creen imprescindibles, que sin ellos los buenos resultados no habrían llegado.

En una entrevista con el alcalde Char le preguntaba qué pasaría con Barranquilla después del 3 de agosto. La respuesta fue profunda: “El 4 de agosto habrá ganado Barranquilla, habrán vencido muchos atletas colombianos, habrán triunfado los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y la ciudad se preparará para seguir trabajando, para nuevos retos”.

Esa Barranquilla feliz, la que dibujó Víctor Ariza en la inauguración y confirmó anoche en la clausura, esa ‘Ciudad de la Alegría’ no tiene porque caer en la depresión sin Juegos. Por favor, que la sonrisa no se nos borre nunca. Sonríe Barranquilla.