Aunque los creadores del fundamentalista Eln no fueron sacerdotes, ese movimiento subversivo tuvo una gran influencia religiosa basada en la teología de la liberación. Recuerdo textualmente una frase del mismo cura Manuel Pérez durante una entrevista hace 22 años en la Sierra Nevada de Santa Marta: “Hay que defender la pobrecía”.

Se refería en tono mesiánico a las penosas situaciones de las clases más humildes. En contravía de sus argumentos de justicia social, ese grupo ha destruido vidas, atentado contra el medio ambiente, extorsionado y secuestrado. Todo basado en la lucha armada en nombre de los sectores oprimidos. Una contradicción a partir de las presiones impuestas a campesinos o ciudadanos del común, o de los atentados como el ocurrido hace poco más de un mes en Barranquilla, en el cual murieron seis policías. Para los elenos, gentilicio con el que se les conoce, las bombas del CAI fueron una operación militar.

En esa entrevista de 1996 –vía radio-teléfono– para noticieros de televisión, éramos dos periodistas y un camarógrafo, y ellos eran tres entrevistados. Eran los jefes del Eln de entonces, y respondían con frases concretas y cortantes. Se trataba del cura Pérez, Gabino y Antonio García. Los tres se mostraban reacios a preguntas que cuestionaran sus acciones. A todos los indagábamos sobre una posible tregua en ese entonces y sobre su responsabilidad en recientes atentados de 1996. Sus respuestas estaban impregnadas de verdades absolutas y del convencimiento de que todos los actos guerrilleros eran válidos. La entrevista fue realizada en un campamento cercano a un lugar denominado ‘Parranda Seca’. Los directores de esos noticieros, AM PM y Televista, sabían de la entrevista, hecha frente a un poderoso aparato radiotelefónico que nos comunicaba con ellos, ubicados en diferentes puntos de la geografía nacional.

En la historia del Eln con Pérez también estuvo otro cura español, Domingo Laín. Todos fundamentalistas que defendían la lucha armada, pero impartían la religión como mecanismo de salvación. Se dice que eran estrictos y no permitían relaciones sexuales si las parejas no estaban casadas. El primer jefe del Eln fue Fabio Vásquez Castaño, acompañado de su hermano Manuel, guerrilleros a quienes el Gobierno colombiano les puso precio por primera vez. Un aviso de una página en El Espectador ofrecía un millón de pesos, pero nunca los cogieron. Es célebre entre la guerrillerada la fuga de Fabio debajo de un tronco en un río. Su final fue triste, en un hospital cubano en terapias de catarsis mental.

Se caracterizó Vásquez por posiciones radicales que dieron lugar a purgas internas, fusilando al que se opusiera a sus planteamientos. No soportó críticas a lo que se denominó “foquismo” y su planteamiento fue armado, tanto que expuso al cura Camilo Torres a que se ganara un fusil en un enfrentamiento y lo mataron en Patio Cemento, Santander, en su primer combate. Hoy el Eln sigue en pie de lucha, sin un horizonte claro de negociación.

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