Es una contracción prematura del ventrículo que produce un latido adelantado en relación con el ritmo cardiaco normal, que empieza más arriba, en la aurícula. No es una cosa cualquiera, es una alteración de la frecuencia con que se dan los latidos, y quien la padece la siente como una especie de suspenso, un silencio de corchea que asusta porque pareciera que el latido siguiente no va a llegar. La medicina no sabe a ciencia cierta por qué se producen, más allá de todas las explicaciones fisiológicas y emocionales que se han planteado. Desde el punto de vista psicológico es clara su relación con los estados de ansiedad, en una doble vía en la que cada una puede llevar a la otra.

Eso fue lo que experiencié ayer en la mañana conduciendo rumbo al trabajo, una extrasístole, al escuchar por la radio la noticia del nombramiento de Gustavo Bell como nuevo jefe del equipo negociador del Gobierno con el Ejército de Liberación Nacional. La alteración de mis pulsaciones cardiacas basales se dio ante la inmediata imagen metafórica de verlo de pies sobre algo que puede estallar en cualquier momento y dar al traste con la necesaria gran intención de acabar con este tipo de guerras en el país.

Lo que quedó después de la maroma cardiaca fue una discreta taquicardia al recordar de inmediato que está contra el reloj, pues, llega en un momento en que los diálogos entre Gobierno y Eln –que se iniciaron en Quito en febrero de este año, y cuyo mayor logro hasta ahora es un alto el fuego hasta el 9 de enero del año próximo–, están en un estancamiento muy complejo que no muestra progresos.

Empecé a recuperar de manera gradual mi frecuencia cardiaca basal al pensar en lo que Gustavo Bell puede aportar a este proceso. No llega como primerizo desconocedor de la situación. Desde su época como vicepresidente de Andrés Pastrana, conoce a profundidad los procesos de diálogo y negociación con las Farc y el Eln; de la experiencia del Caguán tiene su propia autocrítica. Fue testigo presencial de los diálogos de La Habana como embajador de Colombia en Cuba. Tiene muchos años de estar en las altas esferas del Estado y, ante todo, con una imagen política pulcra y seria que genera credibilidad y que lo ha mantenido lejos de los escándalos que vivimos a diario en los diversos dominios del poder político nacional. Esto le ha valido el respeto y reconocimiento tanto de los que dejan el cargo de negociadores –a quienes les debemos mucho–, como del propio grupo guerrillero. Gustavo Bell ha sido bienvenido como legítimo jefe del equipo negociador para esta nueva fase de los diálogos entre el Gobierno y el Eln.

No me queda ninguna duda sobre su aporte a estos diálogos; es más, considero que es la persona idónea porque tiene lo que se necesita, más allá de la política, para desempantanarlos: Historia, Filosofía, Literatura, Comunicación Social y, por supuesto, mucha bacanería.

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