Reunir dos enemigos acérrimos en un contexto íntimo para descubrir que por encima de las diferencias ideológicas, políticas y religiosas, ambos son seres humanos parece ser la mejor táctica para conseguir firmar la paz.

Esto es lo que muestra El viaje, película basada en hechos reales sobre el acuerdo firmado en 2006 en St. Andrew, Escocia, entre los partidos representantes de los bandos protestantes y católicos, después de casi cuatro décadas de violencia en Irlanda del Norte.

El guion escrito por Colin Bateman se concentra en un viaje de 84 kilómetros en carro que realizaron los líderes de las dos fracciones, el conservador Ian Paisley (interpretado por Timothy Spall) del Partido Unionista Democrático, y el comandante del Sinn Fein, Martin McGuinness (Colm Meaney), en el cual logran superar años de enfrentamientos que causaron la muerte de miles de personas.

Dirigida por Nick Hamm con el estilo teatral que lo caracteriza, la cinta adquiere en ciertos momentos un tono jocoso que resulta contraproducente para la historia. Hamm se interesó en la revelación de un periodista acerca de la táctica de hacer viajar juntos a contrincantes de diferentes partidos para evitar atentados, y confirmó también que durante las conversaciones de St. Andrew, Ian Paisley tuvo que volver a Belfast con motivo de la celebración de sus bodas de oro, viaje que realiza en compañía de McGuinness en un jet privado, dando inicio al convenio.

Mientras los dos dirigentes van limando asperezas al interior del van que los transporta a un aeropuerto, el diálogo es monitoreado a distancia por el Primer Ministro Tony Blair (Toby Stephens), Harry Patterson (John Hurt) y otros políticos, quienes se encuentran en permanente comunicación con el joven conductor Jack (Freddie Highmore), al cual hacen tomar un desvío estratégico que prolonga la llegada y favorece el acercamiento.

Un pequeño accidente da lugar para un cambio de escenografía. Mientras el conductor cambia la llanta Paisley y McGinness bajan del carro y toman un corto paseo donde se encuentran con una iglesia y un cementerio, contextos que se prestan para recapacitar sobre hechos trascendentales como las matanzas del llamado Bloody Sunday en Londonderry en 1972 y la bomba de Enniskillen en 1987.

A pesar de que la mayoría de las escenas tienen lugar al interior del automóvil, las excelentes actuaciones de estos tradicionales actores ingleses mantienen la atención y el interés del espectador.

Otro de los temas tangenciales se relaciona con la edad de estos personajes, que si bien ya no ostentan el poder de otros tiempos, sí han adquirido la sabiduría y la experiencia necesaria para revisar los hechos y ponerlos en perspectiva, dejando de lado intereses personales y el odio perenne para favorecer la reconciliación.

Aunque con diferencias de fondo con el proceso de paz en Colombia, la película toca conceptos universales que vale la pena tener en consideración, reflexionar sobre ellos y aplicar cuando sea posible.

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