Hay un dicho aplicable a lo que se plantea a continuación: “Al que le caiga el guante, que se lo chante”. Seguramente a muchos barranquilleros nos está pasando lo mismo y para no herir susceptibilidades es mejor analizar la situación que se describe a continuación, de manera general. Hay unos personajes de nuestra cuidad que nos tienen abrumados por los mensajes en el WhatsApp que hace que nuestros celulares empiecen a sonar desde primeras horas de la mañana. A uno de ellos le creo porque es un madrugador, pero con respecto a los otros, deben tener personas contratadas para que nos invadan sus mensajes desde las 5 de la mañana.
La primera mala noticia es que ninguno de los artículos, fotos o videos que nos mandan de manera exagerada reciben la más mínima atención. Si esta es la forma con la que creen que aumentan sus lectores, se equivocan, porque la sensación de invasión a nuestra privacidad lleva a un rechazo total. Y es una lástima porque con seguridad nos están enviando textos, videos y noticias interesantes, pero el exceso los mata.
La segunda noticia es que algunos personajes que proceden de esta manera ocupan cargos de gran responsabilidad, lo que lleva a una pregunta que a ustedes les resulta fatal para sus propósitos. Este permanente envío de mensajes lleva a dos posibles explicaciones. Primero, si los mensajes los redactan ustedes, ¿a qué horas trabajan en las tareas por las cuales les pagan?; y si tienen a alguien haciendo esa labor, ¿sí vale la pena leerlos, porque no siempre son sus verdaderas prioridades? Por ejemplo: ¿quién va a creer que un alto ejecutivo no para de enviar mensajes los sábados y los domingos desde las primeras horas del día? Es decir, generan dudas innecesarias que para aquellos con puestos de dirigencia son negativas. Para el resto, la conclusión es más simple, tienen tiempo para dedicarlo a esta práctica, lo cual tiene su mérito, pero agotan a sus destinatarios.
Esta habilidad de invadirnos con estos mensajes también existe entre algunos periodistas de medios bogotanos. Algo de lo anterior igualmente se aplica, pero en general estas personas por su formación profesional envían mensajes más concretos, menos pesados de leer y generalmente presentan noticias de última hora. Sin embargo, algunos ya nos tienen saturados y cuando se está esperando una respuesta que realmente necesitamos, estas invasiones nos desesperan. La conclusión con las TIC es que como sucede con todo en la vida, el pecado es abusar de ellas para comunicarse.
En Colombia está haciendo carrera, especialmente en Bogotá, que la única manera de lograr comunicación inmediata con alguien, especialmente si es funcionario público, es a través de mensajes de texto. El celular ya pocos lo contestan, lo cual es realmente desesperante y por ello es fundamental acudir a este método para comunicarse con urgencia. Esta es además otra de las razones por las cuales las invasiones de mensajes no esperados les sacan la piedra a muchos.
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