La cartera crediticia en Colombia ha venido disminuyendo desde hace más de un año, así como la percepción de los intermediarios financieros sobre la demanda para préstamos, la cual es negativa para los sectores comerciales y de consumo. Algunos analistas sostienen que no debería ser preocupante debido a un shock cíclico por la desaceleración en la economía; sin embargo, existen factores que merecen tener precaución sobre dicha dinámica.
La reciente decisión del Banco de la República de bajar la tasa de interés en veinticinco puntos, según el ministro de hacienda, va encaminado a un estímulo en las condiciones de consumo de las familias y las empresas. Sin embargo, el mensaje de optimismo en realidad está lejos de reflejar un verdadero incentivo que apalanque la rentabilidad del ahorro privado, debido a que la tendencia secular de la disminución en la cartera está explicada, en primer lugar, por factores asociados a las presiones tributarias, teniendo en cuenta que cerca del 30% del poder adquisitivo de los consumidores caerá debido al incremento en el IVA, según algunos académicos.
Por otra parte, las presiones salariales han incidido en la baja capacidad de ahorro de los hogares con una alta tendencia a la informalidad. Uno de cada cuatro colombianos utiliza medios formales para el ahorro, lo que significa que gran parte prefiere guardar dinero en efectivo en sus casas, o no tienen suficiente para ahorrar. Los dos anteriores aspectos reflejan una contracción en el consumo debido a que los salarios están por debajo de la productividad laboral.
Aparte, los intermediarios manifiestan tener una percepción neutra para los créditos de vivienda y microcrédito. Hay que tener en cuenta que los sectores de construcción e industrial han venido frenando su crecimiento, reflejando un pobre crecimiento en el PIB del 2%, que podría alcanzar niveles menores en el transcurso del año.
El sector productivo no está contando con los recursos suficientes pese a que el sector financiero dice contar con excesos de recursos, debido a que las exigencias para aprobar o rechazar nuevos préstamos han aumentado. A parte, hay que recordar que las calificadoras de riesgo han desmejorado la perspectiva de los bancos colombianos de estable a negativa.
La ortodoxia asegura que no hay motivos para preocuparse; sin embargo, hay señales claras que manifiestan que más que un problema cíclico, tiene altas características estructurales, que necesita de herramientas efectivas, vía demanda agregada.
*Profesor del IEEC, Uninorte. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de El Heraldo.