Por años, la única integración posible que existía entre nuestras ciudades era una canción que la Billo´s Caracas Boys produjo en 1971.
Después de cantarle por separado, la orquesta del maestro dominicano Luis María Frómeta había decidido juntarlas en un verso que se convirtió en el éxito de ese long play: Santa Marta, Barranquilla y Cartagena son tres perlas que brotaron en la arena...
Pero en las calles era otro el sentir. Animados por los comentaristas de radio, lo que atizábamos los ciudadanos era una gran disputa, que crecía en los estadios de béisbol o en un ring de boxeo.
Si había una amistad o un lazo de sangre irreductible, todo quedaba agrietado cuando el recién llegado lanzaba la frase que hería el orgullo: ¿Cartagena? ¡Cartagena es el barrio turístico de Barranquilla, cuadro!
No era para menos. Habíamos transitado una senda de enfrentamientos que refrendaba la historia.
En los comienzos de la República, Barranquilla se alarmó porque dirigentes cartageneros llegaron a proponer que el Congreso de la República prohibiera inversiones en la antigua villa, cuando se percataron del progresismo inusitado que –juzgaban– le quitaba protagonismo a la ciudad.
Y en tiempos más recientes, la dirigencia de Bolívar acusó a la otra de haber centralizado el poder regional para quedarse con instituciones emblemáticas como Corelca y Telecaribe.
Si no fuera por esas y las otras evidencias, seguir a la selección de Abel Leal o a la de Ubaldo Salinas la tarde de septiembre de 1972 en el estadio Rafael Hernández Polo habría sido apenas anecdótico.
Los analistas se han preguntado, por ejemplo, por qué no zanjamos las diferencias regionales y desarrollamos un gran terminal marítimo, en vez de mantener tres puertos en un espacio reducido de 200 kilómetros. O por qué fracasó el proyecto que hace diez se disponía a integrar a los hoteles y operadores de turismo. O por qué seguimos esperando el cacareado tren de cercanías que se supone unirá a las tres capitales.
Ahí es cuando cobra vigencia la región Ciudad Caribe que los industriales nos propusieron este año, para generar una articulación público-privada que logre, a partir de verbos como cohesión, concertación y consenso, una gran plataforma de competitividad en la región.
Nunca hubo un mejor momento que este. En razón de un modelo económico inspirado en la globalización, en la Costa se ejecutan proyectos de obras públicas por casi 15 billones de pesos mientras las empresas movilizan hacia la región inversiones por otros 15.000 millones de dólares.
Eso es lo bueno. Lo malo es que en materia de servicios públicos, transparencia en los negocios y equidad social, la región tiene una gran tarea por realizar. Lo peor es que cada ciudad, como si solo se acordara de la canción de la Billo´s, en todos los casos continúa actuando sola.
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@AlbertoMtinezM