La Navidad ha empezado a llegar a los hogares colombianos. Lo sentimos cada día en los sonidos y la iluminación de distintos lugares. En el caso del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF–, la Navidad nos llena de alegría, como a todos, pero también de una gran preocupación por la suerte de miles de niños, quienes por desatención de los adultos podrán salir heridos. El reto que tenemos y que hoy quiero plantearles a los alcaldes es determinante para lograr el cambio.

El enemigo más dañino en las fiestas navideñas para nuestros menores de edad es la pólvora. El año anterior, aunque las cifras disminuyeron, fueron muchos los adultos y niños fallecidos o heridos por esta práctica. Un rápido vistazo nos muestra que Antioquia sigue liderando el triste listado de departamentos con la mayor cantidad de menores heridos con pólvora, seguido por Valle, Nariño, Bogotá y Norte de Santander. Si bien estos registran los mayores índices, no debemos desconocer que personas heridas con pólvora ocurren en todo el país y que casi la mitad son niños. La mayor cantidad, por edad, están entre los 5 y los 14 años, y son principalmente varones. La mayoría de los casos ocurre en las cabeceras municipales. De los heridos, el mayor número corresponde a niños de estratos 1 y 2. Las lesiones son, en su orden, quemaduras, laceraciones, traumas múltiples y amputación. Este 2015 la tragedia parece haber comenzado. Ya son 6 los niños quemados con pólvora en el Quindío. La pregunta es: ¿vamos a mantener esta realidad o vamos a terminarla?

Los colombianos suelen mirar hacia el ICBF para exigirle con toda estrictez la protección de los niños ante el mal uso de la pólvora. Claro que esa función la cumplimos, como lo hacemos con tantas otras, pero queremos decirle al país que solo nuestra acción no es suficiente, porque la mayor responsabilidad está en manos de los padres, los adultos que tienen a su cargo menores y, en una mayor escala, en las autoridades municipales que deben tomar las medidas para evitar que las fiestas, a cambio de alegría, traigan dolor y secuelas permanentes por el uso descontrolado de la pólvora.

Como directora les digo: no tengan duda que en el ICBF, desde ya, estamos alertas para proteger los derechos de nuestros niños con todas las herramientas que nos da la ley. Seremos implacables con los padres que no solo permiten que sus hijos resulten heridos con la pólvora sino que los esconden para evitar que el ICBF adopte sanciones contra ellos. Hoy mi invitación a las comunidades es para que tomen conciencia del problema y el enorme daño, y para que exijan a sus autoridades locales el control de la producción, venta y uso de la pólvora a fin de evitar que las trágicas estadísticas sean de nuevo lo que nos deja la Navidad a los colombianos.

Para no quedarnos en la simple mención, renuevo el llamado a los alcaldes del país, a los salientes y a los entrantes, para que nos unamos en este propósito. Los salientes, para que tomen las medidas necesarias para evitar que la tragedia de la pólvora en la vida de niños y familias sea, para millares de ellos, el recuerdo de por vida de esta Navidad. Yo los reto para que les dejen a sus sucesores municipios con cero niños y adultos heridos con pólvora. Si así fuera tendríamos el consecuente reto para los alcaldes entrantes, quienes tendrían que continuar la tarea de mantener a nuestros municipios libres de heridos por esta práctica.

También invito a las comunidades y a los medios de comunicación para que reclamen de sus autoridades locales el compromiso público de cada uno de sus alcaldes para permitir que la protección de nuestros niños en estas fiestas sea un trabajo en el que nos unamos todos, desde cada lugar que ocupamos en la sociedad. El compromiso de los alcaldes, el apoyo de los medios de comunicación y la participación de las comunidades harán posible una navidad con alegría, en paz y sin los miles de niños quemados y de hogares entristecidos por la herida que nunca desaparece. La quemadura o mutilación con pólvora.

Directora ICBF