Quizás soñó desde pequeña con esos pueblos apartados de la patria donde creció, que un día no muy lejano volaría por los aires del mundo para establecer marcas y records y ser recordada como la negra del espíritu combativo y de la sonrisa que llega al alma.

En esa tierra del olvido, donde con papelitos de colores hacía muñequitos que ponía a volar en las pistas de su imaginación infantil, Caterine Ibargüen, descendiente de esa raza de ébano que ha dignificado su condición humana superando la adversidad, hoy es una muestra palpable de la mujer que venciendo toda clase obstáculos, se erige como el ejemplo y el diamante para mostrar con orgullo en este país acosado por la indolencia y tan necesitado de estas cosas buenas.

La brillantez de su momento, cuando volando por los aires con su cabellera recogida y su piel transpirando la ansiedad del instante, para luego transformar la proeza con ese jubilo que explota de su corazón, y que ella manifiesta con esa sonrisa que le ha dado la vuelta al mundo, esconde detrás del biombo, porque la vida es así, las afugias y carencias de sus primeros pasos, cuando soñando, como lo hizo desde siempre, busco albergue en otras fronteras porque las de aquí, se parecían a los parajes desolados que sus ojos de niña miraron para nunca olvidar.

Cada vez que el himno patrio estremece su ser en ese pódium distante, estoy seguro que su alma evoca aquel tiempo cuando se entretenía en su tierra olvidada con esos muñequitos de papel que en su imaginación ella los hacía volar hacía ese cielo cargado de estrellas al lado de las aguas de su inolvidable río Atrato, lugar donde sin pistas para alimentar la esperanza, la gran mayoría de sus raizales, tan dotados de excelsas virtudes, se pierden ante la indiferencia de todos.

La memoria del ayer, su pasado, la aferra al presente como ese escudo protector que le permite seguir soñando con los pies sobre la tierra, sin perder el rumbo, es quizás su mejor legado en esta carrera de triunfos que parecen no tener límites.

Mientras tanto, el deporte de base, que también es educación y cultura, pues forma parte de ese proceso integral del aprendizaje, permanece en el limbo, por esa indolencia sistemática que nos ha acompañado en estos procesos desde siempre.

En esa tierra del olvido de la patria se han forjado la mayoría de esos guerreros que se han subido al pódium de los campeones, Caterine, la esbelta de sonrisa amplia y franca, pertenece a esa estirpe donde los sueños también son imparables.