En la época en que la vuelta a Colombia se transmitía por radio y paralizaba el país, aprendimos de memoria quienes tuvimos la oportunidad de vivir esos tiempos dorados, los nombres de esos protagonistas, que montados en su caballito de acero, subían las elevadas montañas para ganarse con el tiempo el remoquete de ‘escarabajos’.
En esas colosales transmisiones, conocimos los secretos que usaban en las carreteras para escaparse del pelotón, o mantenerse pegado a la rueda, mientras los compañeros de equipo hacían el gasto. Estrategias que recuerdo llamaban ‘la licuadora’, que como su nombre lo indica, molía al adversario en beneficio de la causa.
El gran Martín Cochise Rodríguez, Javier ‘el Ñato’ Suárez, Javier Halaix Buitrago, Hernán Medina, Álvaro Pachón, ‘el Cóndor de los Andes’, Miguel ‘Coraje’ Sámaca, Rubén Darío Gómez, ‘el Tigrillo de Pereira’, Patrocinio Jiménez, entre otros, cada uno en sus respectivos equipos, usaron los formatos de la colaboración por equipos para demoler al adversario.
Las escaramuzas de los ciclistas se metían por los rincones más apartados de la patria, para hacer de este deporte la bandera nacional. El salto internacional lo dio ‘Cochise’ con su record en el velódromo de México, quienes aseguran, que por sus excelsas condiciones naturales llego tarde a las competencias allende el mar.
El camino de la cosecha de hoy, lo dieron Lucho Herrera y Fabio Parra, con sus actuaciones inolvidables, que ratifican hoy, Nairo Quintana y Rigoberto Urán, quienes con su protagonismo en la máxima competencia orbital detienen al país, como lo hacían aquella vez aquellos guerreros.
Nairo, el hijo predilecto de Boyacá, de poco hablar, pero con la herencia de los escarabajos que se formaron desde siempre en las verdes montañas, es segundo allá en los Andes Europeos, librando una batalla con un británico de nombre Chris Froome, que se ha defendido en todo el trayecto, como gato boca arriba. En una entrevista que le hacían al ya mítico ‘Jardinero de Fusagasugá’, decía –palabras más, palabras menos– que él veía al extranjero bien, porque Nairo no había sido contundente y determinante en sus ataques. En la etapa de ayer miércoles, cuando su equipo quedó en posición ventajosa para realizar un ataque estilo ‘licuadora’, prendió la moto y salió disparado sacando una considerable ventaja en esa pared donde terminaba la etapa, para que, inesperadamente, volviera a mirar hacia atrás, redujera la velocidad para esperar al aguerrido y combatiente líder de la carrera. Descontar unos segundos a estas instancias tiene un valor inconmensurable.
El hombre imperturbable en la carretera dice que lo está entregando todo, nadie duda de su corazón salvaje, pero el hombre nacido al lado del Támesis siempre ha estado ahí. ¿Será que le tienen mucho respeto?