Paso a paso, día a día, partido a partido nuestra gloriosa Selección Colombia sigue acercándose al soñado objetivo, derrotando los conceptos negativos de algunos envidiosos parlanchinosos como el comentarista argentino que nos calificó como “la peor selección de Suramérica que ha llegado a Brasil” dizque porque no estaba el Tigr e Falcao, o qué tal el capitalino que escribió en su columna que los cinco atacantes de Colombia no daban un Falcao, ignorando que todos ellos son figuras titulares en sus equipos internacionales.

No somos monedita de oro para caerle bien a todos, sabemos que la envidia es mejor mostrarla que sentirla y la estamos causando con calidad, jerarquía y magnífica producción, con los mejores resultados y no estamos siendo triunfalistas o prepotentes como otros que se creen los mejores en todo pero no pueden probarlo.

Colombia responde a los incrédulos con una actuación perfecta, doce puntos de doce posibles,once goles en cuatro partidos, siendo la mejor ofensiva, solamente dos goles en contra, asegurando, hasta ahora, la valla menos vencida y para que se muerdan el codo, tenemos al goleador con cinco pepas.

El mundo estaba preparado para aplaudir a Messi, Neymar y Cristiano,pero ahora adoran a James ‘Bond’ Rodríguez, el talentoso y humilde colombiano que sigue declarando: “Somos todos un gran equipo, guiados por la mano de Dios”.

No comimos el cuento triste y miedoso de la histórica garra charrúa, pero sí mostramos el presente técnico individual y colectivo, el espíritu de lucha para dejar el alma en cada jugada y la disciplina táctica ordenada por el profesor Pékerman.

Ya somos uno de los mejores ocho equipos del Mundial, gracias al trabajo profesional y responsable de toda la nómina de jugadores encabezados por el mejor arquero, David Ospina, además, con un férreo sistema defensivo ordenado por el gran Yepes;un magnífico cuarteto de volantes destructores y creativos en donde brilla el mejor del Mundial, James, con una fulminante ofensiva manejada con el talento caribeño de Teo Gutiérrez.

Se viene el gigante Brasil, los pentacampeones del mundo con su favoritismo localista, pero no por fútbol superior como se ha visto en los partidos jugados hasta el momento.

Hay respeto, pero jamás miedo, de ninguna clase, solo preocupan los imponderables que nunca faltan, el penal que no fue penal, el fuera de lugar mal sancionado, las ablandadoras tarjetas amarillas, hermanitas de las rojas, siempre favoreciendo al tradicional, como sucedió con el buen equipo chileno, pero Colombia está protegida por Dios y nuestra Virgen del Carmen.

¡Por favor, No me despierten, permítanme seguir soñando con ese bendito título Mundial!