Seguimos soñando y crece la esperanza de todos los colombianos con el magnífico trabajo colectivo que viene realizando nuestra selección nacional, enfrentando sin temor y con grandeza a los mejores del mundo.

Brota a chorros el profesionalismo y la jerarquía en cada centímetro del terreno de juego, inspirados en el talento individual de nuestras figuras que sienten la energía positiva que les transmite todo el pueblo colombiano.

La entrega y el amor por la patria fue total al momento de enfrentar a los elefantes marfileños, que mostraron su duro físico, disputando con el alma cada pelota, cada choque, tratando de contener la mejor disposición técnica de los nuestros.

Dicen los tauro-filos que “mientras más bravo es el toro, mejor es la corrida”, y este toro africano hizo posible el lucimiento y clasificación a los octavos de final de una Copa Mundo por segunda vez, del brillante balompié nacional que ahora gana, gusta y golea.

No hay talento personal que destacar, sino la responsabilidad con todo el país de cada uno de los artistas criollos que suman sus esfuerzos para obtener tan merecidas victorias en el plano más alto del más bello deporte universal.

El sistema táctico bien planificado por el técnico José Pékerman y excelentemente ejecutado por sus jugadores, continua sin complacer las peticiones musicales de los “papistas” que pululan por todas partes y siguen ladrando le a la luna.

Superar a Costa de Marfil, la mejor selección de fútbol del continente africano, lleno de estrellas que brillan con luz propia por toda Europa, nos coloca en la exclusiva lista de quienes pueden seguir buscando la gloria.

Seguimos sin triunfalismo de ninguna clase, pero si llenos de fe en nuestra Selección, con la esperanza puesta en Dios y en nuestra virgen del Carmen que los seguirán iluminando en esta difícil etapa que ahora iniciamos. ¡Vamos Colombia! ¡Vamos con todo!, que ya estamos más cerca del preciado y soñado objetivo.
Sigan siendo felices, Édgar les dice.