Era mayo cuando se nos fue Meira Delmar. Hay tardes, y hoy es una de ellas, en que a una le asalta la melancolía, especialmente cuando oigo el rumor del mar o leyendo un poema de Meira: “En un breve instante se cruzaron/ tu mirada y la mía/ y supe de repente –no sé si tú también– que en un tiempo sin años ni relojes/ otro tiempo/ tus ojos y mis ojos se habrían encontrado/ y este de ahora no era más que un eco/ la ola que regresa/ atravesando mares/ hasta la antigua orilla”.

Hace cinco años que se fue Meira. También era primavera cuando ella nació y en una eterna primavera conservó en el corazón su hondo y secreto amor. Mes de mayo, florido y hermoso que se presta para rememoranzas que atañen a las fibras más sensibles del corazón como son el día de la Cruz Roja, que en nuestro país constituye una de las principales fuentes de sostenimiento a las financiaciones sociales y la celebración del Día de la Banderita, que cuenta con más de 90 años de historia y en donde en los últimos años han sido atendidas millones de personas por los programas de la institución, haciendo una tarea humana que abarca estas líneas casi sobrenaturales que los seres humanos guardamos en el corazón hacia las cosas que queremos.

También en este mes de mayo se celebra la Liga de Lucha contra el Cáncer. Que llama la atención sobre el sufrimiento de gran número de mujeres de escasos recursos que padecen el flagelo del cáncer y ayuda a que sean menos las que mueran por falta de medios para hacer los tratamientos. Hay que echar una mano, tanto a la Cruz Roja como a la Liga de Lucha contra el Cáncer, ambas son una enseña de amor y servicio al prójimo.