Ni yo mismo me creo el juicio que tengo todas las noches frente al televisor esperando el inicio de la serie sobre la selección colombiana de fútbol. No hay nada que me divierta más en este momento en los programas de todos los canales, esto ha hecho que deje de ver las series detectivescas que capturan mi atención porque pretendo descubrir al asesino primero que los investigadores de CSI, NCIS, UVE, o cualquiera de las muchas que presentan en las que ejercito la mente elaborando perfiles psicológicos sobre los posibles culpables. Una que sí dejé de ver definitivamente es la que pasan todo el día en medio de los noticieros llamada “Cachacos, gasolina y licor”, porque los capítulos se repiten a diario sin que a los culpables de los accidentes, en los que muere una considerable cantidad de personas, les pase nada. Lo que me molesta de esta serie es la falta de un sentido de justicia frente al dolor de los familiares de las víctimas.
Por eso prefiero esperar las 9 de la noche para deleitarme con las aventuras de nuestros héroes nacionales, aunque sé que es ficción, y agradecer que ¡al fin! hay un grupo de libretistas, directores, productores, que son capaces de entender que se pueden hacer cosas interesantes y divertidas en este país sin necesidad de recurrir a la truculencia de la traición, el asesinato, el paraco, el guerrillo, el capo, o esas telenovelas lacrimógenas y mamonas en las que uno se sabe los diálogos de memoria e intuye el final del seriado porque siempre pasa lo mismo: la cenicienta es la verdadera dueña de la tula y se queda con el galán. No importa la trama que se inventen, siempre llegan al mismo punto. Qué falta de creatividad.
El Pibe, El Tino, El Freddy, El Renato, por el contrario, son los personajes principales del seriado “La Selecc10n” –el propio título es inteligente y tiene una intención- que me tiene cautivado, y espero que a muchos en este país, porque representa un oasis en el desierto de las malas noticias que nos acosan desde cuando despertamos hasta cuando nos dormimos. Tan enganchado me tiene la serie que hasta he tomado partido a favor de uno de nuestros héroes, Freddy Rincón, para ver cómo le quitamos de encima a la suegra, qué señora tan jodona, para que El Coloso de Buenaventura pueda dedicarse a su fútbol y llegar a la Selección Colombia, ¡la mejor selección de fútbol del mundo!, y me importa un carajo lo que piensen los demás.
Mi esposa se burla de mí y yo también, por supuesto, cuando empiezo a protestar por la manipulación de esta señora y le grito a Freddy que no sea tan pendejo y la mande a peinar la morrocoya. También me cabreo con Mosca, el técnico del Montpellier, y por eso me alegré cuando El Pibe lo confrontó porque no lo pone a jugar, eche, qué le pasa a ese man. De igual manera me burlo de los malos negocios de El Tino y estoy de acuerdo con Caremonja, mi personaje favorito, o disfruto con la poesía silvestre que El Renato le dedica a Magnolia y espero que se aclare lo del embarazo de la fisioterapista para que no lo enrollen.
Este es un país muy rico en anécdotas e historias que alegran la vida y con las cuales se pueden hacer muchas series y telenovelas con un contenido diferente al despecho, el dolor o la muerte, para poder gritar como en el estadio cuando le ganamos a un gran equipo: ¡Sí se puede!
Por Haroldo Martínez
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