Que desesperación produce la peleadera entre los líderes políticos de este país, aunque el último rifirrafe entre el presidente Santos y en expresidente Uribe es oportuno. Y la razón es muy sencilla: cabe la expresión popular “A quien le caiga el guante que se lo chante”. El país entero está de acuerdo en la pulcritud que deben demostrar los hijos de los funcionarios públicos, y a eso se refirió el presidente Santos cuando dijo en Valledupar que “ningún hijo de funcionario público debe tener vínculos con el Estado”. ¡Y quién dijo miedo! De inmediato reaccionó quien se chantó el guante: el expresidente Uribe.
La verdad es que es difícil entender cómo unos muchachos tan jóvenes han logrado acumular semejante riqueza, en un período que coincide con la presidencia de su padre. Y antes de que estalle otra bomba uribista, esta coincidencia la señaló la prensa no hace mucho, cuando analizaba la capacidad de estos jóvenes empresarios. No se necesita tener vínculos obvios con el Estado sino basta con disfrutar de información privilegiada o de un trato preferencial. Si las famosas declaraciones de renta se le hubiesen presentado a la opinión pública en su momento, cuando en medio de un debate político se solicitaron en el Congreso de la República, muchos de estos rumores se habrían aclarado, y hoy, el expresidente Uribe no habría tenido que darse por aludido… o mejor, no se habría chantado el guante que lanzó el Presidente.
Tiene razón el empresario paisa Nicanor Restrepo cuando anota, en su más reciente entrevista en El Tiempo, que la corrupción es un terrible mal que el país tienen que abordar y buscar soluciones. Afirma: “El país tiene que hacer esfuerzos muy grandes para combatir la corrupción, que es el cáncer que hace más daño y altera la vida social”. Siempre ha sido y será un líder muy ubicado Nicanor Restrepo, por eso sería bueno escucharlo con más frecuencia.
Pero la verdad es que en esta sociedad tan tolerante, tan permisiva, ser líder en Colombia debe significar mucho más. Precisamente por estar en la mira pública, es absolutamente evidente la necesidad de dar ejemplo y no, como ha sucedido con frecuencia tanto en el ámbito político como en el empresarial, que se le perdonen sus pecados precisamente a aquellos que están en la cumbre. Ser modelo en una sociedad implica muchísimos sacrificios, tanto de quien ocupa esta posición como de toda su familia. Desafortunadamente, esto poco se ha aplicado en Colombia, donde abundan los casos de excesos, que además, no reciben ni siquiera la obvia sanción social.
Es hora de que se acepte que somos una democracia, o por lo menos queremos ser, y no tenemos ninguna razón para que los líderes se comporten como una monarquía. Estamos saturados del nepotismo, de los escándalos familiares, donde definitivamente el ejemplo fue exactamente lo contrario. Parte de la exclusión, que también identifica Nicanor Retrepo como otro grave mal del país, obedece a estos círculos privilegiados que acaparan oportunidades y sacan del juego a quienes no pertenecen a determinadas roscas.
Es hora de estudiar a los poderosos para romper esos nudos de privilegios que terminan en corrupción y en pérdidas de oportunidades y recursos para gente que se las merece. Hace bien el presidente Santos en poner el tema, a ver si asusta a unos cuantos y se abren espacios para hombres y mujeres que han perdido las esperanzas.
Por Cecilia López Montaño
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