El llamado es a la prudencia y a la responsabilidad colectiva. El país necesita proteger el ingreso de los trabajadores, sí, pero sin poner en riesgo el empleo formal ni encender de nuevo la inflación.
Hasta las múltiples campañas políticas han sido opacadas por ese inefable ambiente navideño colectivo que estamos viviendo, a pesar de su gran importancia.
Con la proximidad de nuevos cambios políticos, se debería tener como una condición irrenunciable, clara y definida, las propuestas de los candidatos o candidatas para mejorar la salud de una población que no parece tener ni siquiera voz para defenderse, tal vez empeorada ante la misma debilidad de los enfermos.
Romper el ciclo es decidir cortar las cadenas que nos atan. Es dejar atrás cargas que no nos pertenecen y atrevernos a preguntar: ¿qué vida quiero construir? Para lograrlo, necesitamos valentía y honestidad: mirar nuestra historia sin miedo, quedarnos con lo que nos nutre y soltar lo que hiere.