En Colombia ya normalizamos el viacrucis de la salud: filas de tres horas, turnos de cuatro, procesos eternos y empleados que, de tanto gritar “¡no hay sistema!”, deberían tener una categoría profesional aparte. Nadie sabe si lo dicen porque de verdad el sistema se cae con frecuencia o porque buscan espantar a los que aún creen que lo hay.
No basta entonces con ser un buen candidato, con el mejor perfil para conquistar el voto del pueblo, a veces esquivo y mañoso, sino saber llegar al poder, con los conocimientos y la experiencia en la administración pública para adelantar con éxito su programa de gobierno donde las encuestas de opinión marquen una gestión favorable en beneficio de la comunidad.
Ha sido con recursos propios la única opción para lograr el desarrollo que hoy muestra Barranquilla, incluyendo los créditos respaldados por el impuesto predial, el de Industria y Comercio y otros tributos, realizar una óptima operación de recaudo y equilibrar su presupuesto con un gasto de administración proporcionalmente bajo y un muy elevado porcentaje destinado a la inversión en lo social y en obras de infraestructura.
Estar en la Lista Clinton es una condena civil, una medida que tiene un efecto devastador, pues afecta no solo a quien aparece en ella, sino a sus familiares, amigos y colaboradores.