La paz de Francisco I, que no temió predicarla de cara a los beligerantes jefes de las naciones, será llevada en las plegarias de los seguidores de su legado. Ojalá esa energía espiritual sea una barrera contra las violencias de este mundo.
Lo que preguntan por ahí
Yesica Paola no es un número más en las estadísticas. Es una vida que se apagó porque, una vez más, fallamos. Y mientras sigamos tratando cada feminicidio como un hecho aislado, la lista seguirá creciendo.
“¡Cuánto desprecio se manifiesta a veces hacia los más débiles, los marginados, los migrantes! En este día, quisiera que volviéramos a tener esperanza y confianza en los demás, incluso en quienes no nos son cercanos o vienen de tierras lejanas, con costumbres, modos de vida, ideas y hábitos distintos a los nuestros. Porque todos somos hijos de Dios”.