En estos momentos lo que se impone es desaprender la forma nociva como en Latinoamérica, el caribe y Colombia, se ha venido eligiendo presidente, manipulados por el miedo, odio y desinformación.
Sobresaliente lo de Abelardo, hombre caribe, decidido y frentero, que anuncia acabar con todos los vicios que nos acosan, y sobre todo con tanta posición pusilánime.
Las patrias no nacen solas, las levantan los discursos, los himnos, las armas y los símbolos. No es raro que, en su nombre, se pida obediencia o se niegue la voz a quienes no encajan en la idea dominante de lo que «somos». Me pregunto, por ejemplo, qué tienen en común un indígena del Cauca y un barranquillero, o un llanero y un wayuu.
Su manera de gobernar —basada en la crítica constante a quienes piensan distinto y en la desconfianza hacia los sectores tradicionales— ha provocado una fractura no solo con sus opositores, sino también con muchos de sus aliados.