Compartir:

Para poder hablar de amor, en toda su dimensión histórica y humana, hay que saber un mínimo de religión. Las tres grandes religiones del mundo, el budismo, el islamismo y el cristianismo, han hablado y predicado el amor entre sus creyentes como soporte espiritual y fundamento epistemológico de sus creencias, que devienen de hace más de tres milenios desde oriente a occidente. Así que sobre el amor no hay nada oculto bajo el sol. Y me provoca esta reflexión, no solo las declaraciones recientes del colega (columnista) de ‘El Man esta Vivo’, de abandonar el celibato, “colgar la sotana”, sino tambien todas las informaciones provenientes de Chile, Australia y Estados Unidos, sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos que tienen al papa Francisco pidiendo perdón e invocando condenas por los llamados “pecados de la carne”. Humana, no divina. Así que nada es extraño en lo humano, ni el pecado ni el milagro. Otra cosa es la ignorancia de desconocer que “carne somos y en polvo nos convertiremos”.

Así que para hablar mejor de amor hay que saber de religión. El budismo lo enseñó primero que el cristianismo: el amor es comprensión. Compasión. Y por eso, por comprender el alma humana, Dios es amor. O sea es comprender todo lo humano, entre ello el pecado. Lo imperdonable es que un sacerdote, usando su sotana, abuse de la niñez.

Gaspar Hernández C
gasparemilio0810@gmail.com