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'A los 15 años desarrollé bulimia. Estudiaba en un colegio femenino y el bullying con las compañeras que no eran tan bonitas o que eran más gruesitas era tremendo, muy fuerte. Todos los días había burlas y ataques, sobre todo concentrados en la apariencia', expresa Ana Marenco*, quien en la actualidad tiene 23 años.

Cuenta que su enfermedad duró año y medio, y que empezó a tratarla después de que fue descubierta por su madre 'en pleno acto' de vomitar. Superarla le representó asistir a terapia y muchos meses tratando de aceptarse a sí misma.

Esta joven confiesa que aún hoy siente las secuelas de ese trastorno que la aquejó en su adolescencia. 'Aunque el bullying no estaba dirigido hacia mí, me generó un temor muy grande, porque si bien yo no era gordita, sí era caderona. Entonces, por no sufrir los ataques, empecé a vomitar para no engordarme. Hay que tener en cuenta que cuando uno es adolescente es muy vulnerable', cuenta Ana, quien es ingeniera industrial y ha trabajado en el mundo de las finanzas corporativas.

Su experiencia la motivó a convertirse años después en una de las fundadoras de Amis, una herramienta tecnológica que permite identificar y medir problemas de convivencia escolar, entre los cuales se encuentra el bullying.

Una red virtual

El proyecto Amis fue creado por profesionales de distintas carreras de universidades como la de Cesar, los Andes, la Nacional y la Externado.

Funciona con base en un algoritmo que permite establecer 'roles sociales, quién tiende a ser víctima, victimario y qué índice de liderazgo tiene cada estudiante. Así podemos establecer características personales y sociales, el nivel de convivencia de un aula y casos urgentes de acoso', tal como lo explica David Rojas, también fundador de esta herramienta que ganó el Premio Nacional Colciencias-MinTic 2015.

'Nosotros veíamos que se trabajaba el problema desde la prevención, pero nadie lo estaba midiendo, por eso nos unimos un grupo de ingenieros, administradores, con asesores en matemáticas para poder cuantificar la situación y buscar soluciones', explicó Rojas. En su equipo también cuentan con la presencia de una doctora en psicología.

En los meses que lleva funcionando, por medio de un método de encuestas anónimas y personales basadas en tests elaborados en países como Finlandia y Estados Unidos, han entrevistado a más de 4.000 estudiantes en Bogotá, en donde han encontrado 200 casos de diferentes problemáticas relacionadas al bullying, consumo de drogas, exclusión y autolesión, entre otros.

'El tema de la prevención no está funcionando de la forma en que está planteado, era necesario analizar las variables sociales y personales por medio de inteligencia artificial', agregó.

Un problema letal

Pellizcos, empujones, burlas, señalamientos, golpes, insultos furtivos o lo que se entiende en algunos casos en la costa Caribe como la ‘típica mamadera de gallo’. Este tipo de acciones han estado presentes desde hace décadas en la manera en que niños y adolescentes se relacionan entre sí, particularmente en el ámbito escolar. De cierta forma, son conductas que han hecho parte de la experiencia vital de la gran mayoría de personas.

Sin embargo, en años recientes el término bullying o matoneo ha cobrado fuerza, tanto en la prensa como en la cotidianidad, para definir las agresiones que se presentan entre pares, ya sea en los colegios o en el trabajo.

Algunos casos, como el de Yadira Perdomo, quien en 2009 sufrió una fractura en la vértebra lumbar, trauma craneoencefálico y pérdida total del control de esfínteres a causa de una ‘broma’ en clases, en el colegio Gimnasio Campestre Los Alpes, de Bogotá, han traído atención sobre el tema. Perdomo fue la primera persona en obtener un fallo a su favor como víctima del bullying, hecho que ocurrió en 2014.

Otros casos, como el de Diego, el niño español de 11 años que se suicidó a inicios de este año por causa del matoneo, arrojándose del quinto piso donde vivía con su familia, también han ocasionado que el tema cobre otro matices y que deje de observarse como algo normal. El niño dejó una carta a sus padres en la que escribía 'yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir'.

¿Por qué lo hacen?

El uso generalizado del término bullying ha desdibujado su verdadero significado, y en eso concuerdan diferentes expertos en la temática.

'Actualmente esta conducta es muy estudiada en el terreno de la psicología, pero es riesgoso afirmar que una persona es agresora por un motivo y otro. Algo que sí sabemos por consenso es que los bullys son personas con una ausencia de empatía, son sujetos que no tienen sensibilidad ante las necesidades de otro. Si este sujeto tiene tolerancia a la violencia, las probabilidades de que tengamos un agresor son altas', expresa Olga Hoyos, directora del Departamento de Psicología de la Universidad del Norte.

Hoyos ha centrado parte de su trabajo en el tema del matoneo, y expresa que este comportamiento puede definirse como un 'maltrato entre iguales por abuso de poder que ocurre de manera continuada en el tiempo'.

La especialista afirma que para que algo sea considerado una agresión de este tipo –ya que explica que no todo puede ser considerado bullying–debe cumplir ciertas características.

Estas son: que se presente en un grupo con alta tolerancia hacia la violencia y que 'siempre' haya espectadores. 'No hay un estudio completo sobre el bullying en Colombia, pero algo que sí se determinó es que grupos con menor atmósfera moral y respeto hacia las normas son más permisivos con las conductas violentas' agregó Hoyos.

Así mismo, afirma la experta que, desde una perspectiva clínica, puede asociarse a rasgos de personalidad, pero que abordado desde la interacción grupal el bullying se explicaría como 'distintos tipos de procesos psicosociales que se activan a la hora en que la persona entra en relación con otros. Creemos que es un tema de relaciones interpersonales, la manera cómo se construyen la necesidad de pertenencia y de aceptación'.

Otra perspectiva la ofrece Silvia Aragón*, psicóloga que por quince años ha trabajado en una institución educativa en Valledupar. 'Lo que he podido observar es que los niños y adolescentes que hacen bullying por lo general provienen de familias en las que también hay dinámicas de violencia. Toda la carga negativa que traen de sus hogares la descargan con otros compañeros', expresó Aragón.

Barranquilla lidera cifras

De acuerdo a cifras de la Universidad de Los Andes y el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, uno de cada cinco niños es víctima de bullying y un menor de edad se suicida en el país cada 48 horas.

En el Atlántico, según expresa Ricardo Ruidíaz, director de la fundación Amigos Unidos, centrada en la temática del matoneo, hay algunas de las cifras más altas de agresiones entre pares en el plano escolar.

Ruidíaz es psicólogo forense, y durante años ha trabajado la temática de violencia contra menores. Durante años trabajó en la Interpol, y el ser testigo del auge de la pornografía infantil en el país lo motivó a crear una fundación que trabajara por los derechos de los niños. 'A mediados del año pasado estuvimos en Barranquilla. Las estadísticas en la ciudad y en el Atlántico ocupan el primer lugar en situaciones de violencia escolar, riñas casuales, bullying e influencia de pandillas. En la Costa la situación es bastante preocupante', expresó. Y así lo ratifican las cifras de su fundación, que registra 403 casos de bullying y 321 de cyberbullying en Barranquilla ocurridos entre enero y febrero de este año.

La capital del Atlántico lidera el escalafón, y le siguen, en su orden, Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga. En total, Amigos Unidos cuantifica 1.785 casos de bullying en el país en este mismo período, y 1.356 de matoneo virtual.

Ruidíaz agrega que, ante el comentario de muchos padres que afirman que cuando niños ‘mamaban mucho gallo’ y que no es para tanto, 'los índices de violencia entre adultos son también elevadísimos, y que en parte eso proviene de la falta de detección y trabajo en temas como el bullying en la niñez'.

Cyberbullying

Otra de las formas de ‘bullying’, y una que ha cobrado fuerza en los últimos años debido al auge de la tecnología, es el ‘cyberbullying’.

De acuerdo a Ricardo Ruidíaz, psicólgo forense que por años ha trabajado el tema de la violencia contra los niños, este puede ser uno de los más peligrosos.

'Cuando trabajé en la Interpol estuve expuesto a todo tipo de abusos que mayores ocasionaban a niños. La pornografía infantil es muy común', expresó.

En cuanto a esto, Ruidíaz expresa que el impacto del ‘cyberbullying’ puede ser más fuerte porque se trata de 'acoso que en cuestión de minutos puede llegar hasta a mil personas que pueden estar regalándole un ‘like’ a un insulto que le ocasiona un gran daño a un niño o adolescente'.

Ante este tipo de ‘bullying’, explica Ruydíaz, hay una mayor posibilidad de un suicidio.