Angelina Cassiani Cañate es lo más parecido a una palenquera profesional. Tiene 'treinta y pico' de vestidos de colores de esos que parecen uniformar a las negras de trenzas venidas de aquella empalizada ilegal a la que llamaron San Basilio. Ese atuendo llamativo, con boleros que cuelgan sobre su cuerpo macizo, se funde con el arcoíris de mangos, patillas, guineos y papayas que riega ordenadamente sobre una palangana de peltre. Para que el cuadro sea aún mejor, la Plaza de Bolívar de fondo. O los balcones coloniales asomados a las angostas calles del Corralito de Piedra. Y ella, Angelina, toda negra.
Estar ahí, sentada o de pie, justo al lado de la enumeración de los anteriores elementos, la convierte en una figura fotogénica, retratable para propios y extranjeros. Tanto ella como cualquiera otra palenquera de frutas y cocadas. Debe ser por esa atracción que el Concurso Nacional de Belleza, desde hace varias décadas, hace posar a una de esas mujeres afro, ataviada con su traje típico, junto a la nueva flamante Señorita Colombia. Es una rúbrica cartagenera, de paso, pues ayuda a decir que esa porción de Mar Caribe que aparece como telón en la icónica imagen está situada a orillas de La Heroica. Es la palenquera quien lo reafirma. Es Angelina quien desde hace un par de años comparte créditos con la mujer más bella del país, y aunque su rostro acapare flashes y portadas nacionales, sigue siendo anónima para todos. O para casi todos.
Llega todos los días a eso de las siete de la mañana a la esquina de la Plaza de Bolívar que mira hacia la Catedral de Cartagena. Allí se sienta con sus palanganas repletas y sus ropas multicolores. Aretes grandes fosforescentes y trenzas de tela rodeando su cabeza la completan. Como su trabajo es ser palenquera, cobra por ello. De eso ya hace quince años. 'Si le toman la foto a la morena, tienen que colaborarle', exclama a una extranjera que, de lejos, logra sacarle un retrato con su smartphone.
Al reinado no le cobra, dice, aunque reconoce que 'el doctor Raimundo (Angulo) me ayuda con lo que necesito. Si en mi casa necesito reparar algo, o comprarlo, yo se lo pido a él y me lo regala. No hay una cifra. No me dan 200, ni 500, ni 100…'.
Llegó a ser la ‘palenquera oficial’ luego de que el propio Angulo la buscara porque no estaba contento con su antecesora. Ya antes, la misma Angelina se había apropiado de la situación. 'La de antes no era palenquera, era una empleada del Hilton. Un día yo fui a un evento y la cogí y le dije: –Y tú, ¿por qué te estás haciendo pasar por palenquera, si no lo eres? Y me dijo que a ella eso no le gustaba, pero que la habían puesto'.
Cualquier día, después de ese encuentro del que nadie supo, Raimundo atravesó la calle del Portal de las Reinas y le hizo la propuesta a la ‘auténtica’. Aceptó. Hace un par de años ya, aunque ni ella misma lo recuerde. ¿Cuál fue la primera reina con la que posó? '¡Ni me acuerdo!'. Pero los registros señalan que junto a Paulina Vega, actual Miss Universo, debutó la mujer como ‘palenquera real’.
Fotos y más fotos. Si bien la fotografía de la recién coronada Señorita Colombia a orillas del mar llena de orgullo a esta mujer de 51 años, sexta en un matrimonio de diez hijos y madre de otros cuatro, ella caza, a diario, otros muchos retratos inéditos que nunca verá.

Su voz potente lanza una invitación al viento a los turistas que caminan por ese sector del Centro Amurallado. Como un canto de sirena, en una lengua que muchos no entienden, los invita a acercarse y fotografiarse con un 'Acérquese, reina', o un 'Venga, amigo. Acérquese a la tarima para cantarle una de Carlos Vives'.
Pero ya antes de invitar con su marcado acento a los transeúntes de turno, ha contado los billetes que le dejó su primera breve jornada de la mañana, a eso de las 10 a.m. Saca del bolsillo de su vestido, que emula una bandera de Colombia, la propina que le dejó el bloque de turistas blanquísimos que la rodeó en un círculo para disparar ráfagas de flashes. Ella, contoneando sus caderas, los encanta, como si de una performance se tratara.
¿El día está bueno? –le pregunto. 'Es temporada de cruceros', me responde como un tácito sí. '¿Por eso viniste así de arreglada?' –'Sí, yo tengo vestidos para los eventos y para venir a trabajar normal'. Cada uno le cuesta 40 mil pesos, asegura, y algunos se los regalan sus amigos. Angelina Vélez me regala vestidos, y tengo un amigo en Alemania que me manda telas y yo los mando a hacer'.
Angelina saca un brillo labial de otro bolsillo y se retoca. Josefina Villarreal, editora de Fotografía de este diario, saca su cámara y dispara una y otra vez. 'Pero yo cobro por la foto –replica–. Si me tomas 20 fotos, son 40 mil pesos'. 'Yo te voy a hacer famosa', le asegura la reportera gráfica. '¿Y qué voy a hacer con fama y con hambre?', contraataca. 'Ya vas a ver', contesta, una vez más, Josefina. 'Así me decían en el Concurso…', y zanja el asunto.
Casi siempre gana. Es una experta en el tema de convencer personas y conseguir fotografías cobradas, aunque más de uno se le escape si la captura a la distancia. Su rostro se repite en Google varias veces, y aparece luego de escribir la palabra ‘palenquera’ en el filtro de imágenes. Seguramente muy pocos eran capaz de reconocerla en medio de una búsqueda tan genérica. Ahora ha quedado al descubierto.