
El Viacrucis de la familia, el retorno al coliseo romano
Las 14 estaciones del calvario representadas en 14 familias que retornan al coliseo romano en petición por la reconciliación entre los adversarios.
Tras dos años de confinamiento, el Santo Viacrucis de la fe católica regresó al coliseo romano.
Este viernes 15 de abril se llevó a cabo una nueva celebración de la misa de la Pasión del Señor en la semana más esperada por sus fieles, la Semana Santa.
Cerca de las 11:00 a. m., hora de Colombia, el papa Francisco llevó a cabo esta importante eucaristía de la Semana Mayor.
La celebración tuvo como lugar la Basílica de San Pedro, en donde se llevó a cabo la homilía y adoración a la Santa Cruz.
Horas previas a otros de los eventos más esperados por los creyentes locales y foráneos, el del retorno congregacional al Anfiteatro de Flavio, más conocido como el antiguo Coliseo Romano, para una nueva conmemoración del Viacrucis de la pasión de Cristo.
Siendo las 9:00 p. m. en Italia, se dio inicio a la transmisión internacional del Viacrucis, que también es posible gracias a la adaptación del Vaticano a las nuevas tecnologías como el canal de YouTube ‘Vatican Media Live’ y su equipo de prensa de Vatican News, donde más 6.500.000 espectadores de todo el mundo pudieron seguir en tiempo real ambas liturgias del Viernes Santo.
14 familias, 14 estaciones. 14 familias representaron las 14 estaciones de Jesucristo en su camino al calvario en el ‘Golgota’ o ‘Monte de la Calavera’, en una emotiva ceremonia en la que fueron leídos sus testimonios a modo de breves meditaciones, dejando expuesto el drama de la diversidad implícita en las aparentes familias convencionales de la visión católica que siempre se han enfrentado, pero sin ser verdaderamente reconocidas:
Una familia creyente y persistente en la fe compuesta por jóvenes con un hijo, una familia de una viuda con varios hijos de diferentes edades, una pareja de esposos ancianos que no tuvo descendencia y que se reconocen como víctimas de la sociedad por no tener hijos, una familia abnegada con muchos hijos que reconoce la angustia de una paternidad que no cumplió sus expectativas, pero que asumen como su misión.
Una familia con un hijo pequeño en condición de discapacidad que también dicen ser juzgados por no abortarlo, una familia con hijos biológicos e hijos adoptados, una familia con una madre enferma, una familia de ancianos jubilados que hoy crían a sus nietos, una familia de solo niños adoptados que reconocen lo difícil que es sanar la herida de un niño que ha sufrido orfandad o abandono, una familia que perdió al padre de familia y luego a su hija menor cuando aún no superaban la muerte del padre, una familia que perdió a un hijo único y que reconocieron haberle abandonado mucho antes de morir por no seguir la fe inculcada, la ausencia de algunas familias también fue representada antes de la última estación y una familia de inmigrantes, quienes advierten sobre las razones que llevan a una familia a dejar su nación pese a ser menospreciados en otro continente, entre ellas la guerra.
Uno de los momentos más significativos del Viacrucis fue cuando en medio de todas las familias se evidencia una pareja de mujeres, una alusión que pudo ser percibida de muchas formas, pero que tenía como foco principal reconocer a las familias que enfrentan las guerras en diferentes lugares del mundo por medio de dos enfermeras, una proveniente de Ucrania, Albina, e Irina, su compañera de Rusia.

Ambas mujeres tomaron la cruz al tiempo y se miraron frente a frente con ella en las manos, siendo precedidas por un clamor en silencio como un llamado ante esta reflexión en específico.
Al final, el papa Francisco, quien se mostró absorto en oración e incluso lágrimas, pidió “la reconciliación entre los adversarios” y “el desarme de la mano alzada”.
La bendición a los fieles acompañantes que aguardaban con paciencia a las afueras del Coliseo, que en esta ocasión ya no recuerda las muertes de los cristianos que allí yacen por no haber negado su fe ante el régimen imperialista, sino las tragedias en el ambiente convulsivo de guerra y los oprobios que enfrentan individuos y familias en todas partes del mundo que compartimos como hogar.
Los fieles esperan el Domingo de Resurrección ante estas adversidades, pues según su creencia Jesús, consumador de la fe, ya las ha vencido y para muchos el retorno de los fieles o de los curiosos a la Santa Sede en Roma y las eucaristías dentro de los templos es otra muestra de que las adversidades no son mayores a su fe.
