Los apodos románticos, como “bebé”, “cariño” o “ángel”, suelen sonar dulces y llenos de afecto.
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Pero, según el psicólogo Mark Travers, egresado de las universidades de Cornell y Colorado en Boulder, detrás de estos nombres podría esconderse una forma de evitar conflictos y disfrazar la falta de verdadera conexión.
Travers explicó en Psychology Today que el lenguaje cariñoso tiene la capacidad de liberar oxitocina, la conocida “hormona del amor”, ayudando a fortalecer los lazos emocionales. Pero también advirtió que puede generar una sensación falsa de cercanía si se usa para esquivar conversaciones incómodas o para tapar vacíos en el compromiso real de la relación.

Explicó por qué estos apodos podrían ser un problema entre la pareja. Igualmente, ya queda en criterio de cada quien los códigos de la pareja amorosa.
Bebé o nena
Aunque suenan tiernos, usarlos demasiado pronto puede dar la impresión de intimidad antes de que exista una base sólida. Travers advierte que el cerebro asocia este tipo de apodos con confianza y apego, lo que hace que una persona se sienta más unida de lo que realmente debería.
Cariño
Este apodo, común y aparentemente inofensivo, puede funcionar como un “calmante” cuando surge una diferencia o un reclamo como por ejemplo: “No te preocupes por eso, cariño”. Según Travers, frases así podrían invalidar las emociones del otro, actuando como un mecanismo de infantilización emocional.

Ángel
En medio de una discusión, decir “mi ángel, no te enojes” podría parecer una vía rápida para calmar las aguas. Sin embargo, Travers afirma que se trata de apaciguamiento emocional, una estrategia que evita profundizar en los problemas y termina afectando la confianza y la comunicación auténtica.