El Heraldo
Hace más de diez años Juan Perilla llegó a Estados Unidos a realizar sus estudios e investigaciones. Archivo particular
Salud

El colombiano que busca frenar el VIH

Juan Perilla y su equipo de trabajo realizan investigaciones que sirven de base para el desarrollo de terapias y vacunas.

Cuando empezó a trabajar en el VIH lo veía desde el punto de vista netamente científico, confiesa. En su camino no había rostros de enfermos, solo cifras; no conocía sus historias, únicamente las cepas de un virus que cambiaba dependiendo de su ubicación. Para él, ese mundo de investigaciones a veces está desconectado de la realidad social. 

Pero fue justo a través de sus hallazgos y trabajos que muchas personas con esta enfermedad lo empezaron a contactar y, a partir de ese momento, todo “ha sido un proceso transformador”.

Esa ha sido la evolución de Juan Perilla, un físico colombiano, egresado de la Universidad Nacional, con estudios de PhD en biofísica y entrenamiento postdoctoral en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, que ha dedicado sus investigaciones a diferentes virus, entre ellos el VIH. 

Han sido alrededor de 16 años capacitándose, descubriendo nuevas tecnologías y analizando en laboratorios para obtener resultados que favorezcan la creación de nuevos medicamentos, terapias e incluso vacunas. Pero también varios años para descubrir que lo que se hace en un laboratorio es una luz de esperanza a quienes están afuera esperando por una solución.

La más reciente investigación del colombiano fue publicada en la revista Nature. En ella se revelaron detalles de la estructura del virus del VIH y su desarrollo, específicamente en el papel que juega una molécula en el proceso de maduración de este.

“El virus tiene varias etapas de desarrollo. Cuando sale a una nueva célula es lo que se conoce como una etapa inmadura, ahí es no infectivo, lo que quiere decir que no es capaz de infectar otra célula”, explica en diálogo con EL HERALDO. 

Lo que ellos están tratando de entender es justamente cómo se produce ese proceso de maduración. “Es similar a una manzana o un tomate”, relaciona. A partir de ese punto y hallazgo lo que buscan entonces es bloquear el virus en un estado inmaduro y así controlar el proceso. 

“Estamos tratando de entender qué moléculas que participan naturalmente en la célula están relacionadas con el proceso de maduración”, detalla. 

El descubrimiento se basó en que el virus utiliza una molécula que está disponible en nuestras células —de hecho está relacionada con la vitamina B6— durante el proceso de maduración. “Estamos ahora buscando desarrollar un nuevo medicamento que se parece a esta molécula para prevenir la maduración”, indica el profesor e investigador de la Universidad de Delaware. 

Considera que “realmente conocemos muy poco del virus”, debido a que la parte más compleja ocurre después de que entra en una célula. Un virus que según cifras de la Organización Mundial de la Salud ha cobrado ya más de 35 millones de vidas y en 2016 un millón de personas fallecieron en el mundo por causas relacionadas con este virus.

Pero, ¿cómo lograr conocer un poco más? La respuesta está en las simulaciones de dinámica molecular de todos los átomos. Estas se aprovechan a profundidad para estudiar los componentes estructurales de los virus de una manera detallada. En este punto se descubren los procesos del ciclo de la infección y las dinámicas que tiene estructuralmente y cómo se vincula cada molécula.

“Lo que nosotros hacemos siempre permite el desarrollo de nuevos medicamentos”, advierte Perilla. 

Actualmente trabajan con dos que están en pruebas clínicas. 

“Tenemos el caso concreto de dos medicamentos que potencialmente interrumpen el proceso de maduración. Nuestras investigaciones proveen la base para el desarrollo de estos, que ya están en marcha. Es un proceso lento y tiene que pasar muchísimas pruebas y toma varios años. Estamos encaminados a desarrollar nuevas terapias y nuestro interés principal sería tener capacidad para desarrollar una vacuna”, dice. 

La más reciente ha sido una investigación de tres años. En total un proceso de siete años trabajando en el virus, y realmente para masterizar las técnicas que usan se ha tomado alrededor de 15 años. “No solo es el tiempo que lleva hacer la investigación sino el de desarrollar todas las herramientas, experiencia y conocimiento para llevarlas”, comenta. 

Microscopio computacional

Lo que este equipo de investigadores hace es combinar todas las fuentes de información experimental y datos estructurales utilizando métodos físicos y químicos para estudiar cómo estas moléculas interactúan y producen estos efectos emergentes cuando trabajan juntas. 

“Lo que utilizamos es lo que llamamos microscopio computacional, porque en biología un microscopio electrónico te permite ver con tus propios ojos y entender qué procesos están ocurriendo a nivel molecular, pero en vez de utilizar electrones y fotones, utilizamos herramientas físicas, principios físicos y químicos y así animar estas moléculas de la vida. Está fundamentado en  supercomputadores”, explica Perilla.

En estos estudios utilizan la máxima tecnología en todos los sentidos. Va desde herramientas de biología molecular, edición de genes, microscopía electrónica hasta supercomputadores. 

Estos últimos justamente son una herramienta apetecida en la comunidad científica. Acceder a estos recursos en Estados Unidos es un proceso meritorio, dice, es basado en un proyecto y cuál es el impacto que tiene y se somete a una evaluación de pares.

Queda mucho

El virus tiene capacidad de interactuar con muchísimos componentes de la célula humana y no todas esas interacciones han sido entendidas a nivel molecular. “Es bastante ágil y se adapta a nuevos medicamentos porque a través del proceso evolutivo de millones de años ha desarrollado muchísimos caminos para llegar a una célula e infectarla”, explica el investigador.  

“Conocemos muy poco. Nos queda mucho por entender”, afirma. Sin embargo, ahora lo que aprendemos del VIH también sirve como organismo modelo para entender otros procesos biológicos de otros virus que la mayoría de procesos ocurren en el citoplasma celular, por ejemplo hepatitis y otros virus que causan cáncer en humanos.

La principal razón para conocer poco del virus, que según cifras de la OMS a finales del 2016 había aproximadamente 36,7 millones de personas infectadas y en ese año cerca de 1,8 millones de nuevas infecciones, radica en sus cepas, las cuales varían a nivel global. 

“Lo que sabemos aplica solamente a Europa y Estados Unidos, inclusive las dos versiones son relativamente diferentes. De la versión africana se conoce poco, las asiáticas son diferentes y los gobiernos hacen esfuerzos. Como sociedad sería interesante que existieran programas globales para tratar la enfermedad más allá de lo que hacen los gobiernos”. 

Pese al desconocimiento y la variación en las cepas es optimista con el desarrollo de una terapia o vacuna, creyendo que sería posible “por ahí en unos cinco o diez años”. 

“No soy experto en salud pública, pero el VIH es completamente prevenible. Están las dos formas de atacar el virus, una es desde la salud pública que abarca todo el tema de prevención, y está lo que nosotros hacemos, que es investigación básica para desarrollar medicamentos. Hay un sentido en la comunidad de que en un corto plazo puede haber una vacuna o una cura”, afirma.  

Inspiración

Trascender, esa es la palabra clave en el trabajo de Perilla. Lo que comenzó a nivel científico sin emociones ahora busca dejar un legado, preferiblemente a sus compatriotas.

Cuando poco a poco sus investigaciones fueron publicadas, lo que recibió a cambio, más que aquellas felicitaciones de colegas, eran llamadas de pacientes con VIH. Algo que no esperaba, lejano a su objetivo inicial. 

“En ese momento me di cuenta que el trabajo que hacemos trasciende el nivel científico. Al otro lado uno entiende que hay personas que tienen esta enfermedad y la forma en cómo ellos ven esta investigación es diferente a lo que yo hubiera esperado. Ven lo que nosotros hacemos como una esperanza de salir de este estigma”, explica sentado frente a su computador, mostrando que lo científico también puede tocar las fibras más humanas de las personas. 

Quien ha sido un espejo de lo que él y su equipo investigador hacen en la comunidad es el artista británico John Walter. Lo que califica Perilla como “un trabajo muy bonito” es la expresión artística de sus hallazgos. Exposiciones presentadas en Londres y Manchester le dieron color, vida y un toque humano a lo que se desarrolla en los laboratorios. Aquella búsqueda por descifrar un virus hecha arte. 

Con la llegada del verbo trascender a la vida de Perilla surgieron diversos sueños personales y profesionales. “Me gustaría continuar siendo científicamente productivo por el resto de mi vida. Hacer al menos una gran contribución al conocimiento. Mi sueño también es formar muchas personas que tengan esta capacidad de desarrollar sus propios proyectos científicos y culminarlos con éxito. Un legado de estudiantes”.

Ese es otro proyecto, va más allá de supercomputadoras y moléculas, está ligado al idioma que tanto quiere y extraña del país en el que nació y al que visita por lo menos dos veces al año. 

“En la universidad estamos buscando estudiantes talentosos que quieran venir a hacer su posgrado con nosotros. Ya hemos establecido programas convenio con varias universidades en Colombia. Buscamos tratar de crear procesos que permitan a los estudiantes colombianos ser más competitivos en un mercado global, y yo estoy muy interesado en brindarle la oportunidad a científicos en formación en Colombia de tener oportunidades como las que yo tuve”, finaliza.

Otros virus

En su laboratorio siempre están haciendo investigación. Trabajan en varios proyectos además del VIH. Uno de ellos intenta descubrir procesos a nivel celular que no están relacionados con enfermedades, pero que eventualmente pueden relacionarse debido a que todos estos procesos biológicos en el organismo están interconectados. 

El equipo del colombiano trabaja también en otras enfermedades infecciosas como clamidia, hepatitis B y C, y se encuentran tratando de expandir las líneas de investigación a virus que no son tan estudiados porque afectan a comunidades muy aisladas, pero que igualmente son una amenaza para la salud mundial en el caso de una epidemia, como casos de zika o chikungunya. “Estamos monitoreando otros virus que podrían convertirse en un problema en unos años y empezamos a investigar desde ahora para que en caso de que haya una epidemia nosotros podamos contribuir como un fast track, una respuesta rápida”.

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