Las palabras no alcanzan a describir lo que desde adentro se siente. Que la séptima brille desde el fondo del alma no es fruto del azar o de una noche de inspiración. La alegría de hoy se construye en muchos detalles y en el esfuerzo de mucha gente para quienes solo cabe agradecimiento y admiración. A ver si me alcanzan las líneas.
Este Junior basa su éxito en el sostener de una idea que inicia en el 2008 con el espantar del descenso, se empieza a madurar con el subcampeonato de 2009, y se consolida con los títulos de 2010 y 2011. Se sostuvo una base de jugadores con recorrido y ascendencia; misma que se complementó con aporte fundamentales de entrega, sacrificio y oficio.
El fútbol que corona la séptima estrella es cosecha de lo sembrado; protegido y abonado en buena hora por técnicos que pusieron su saber al servicio del talento y, sobre todo, de la memoria futbolística de sus dirigidos. Nuestro Junior hace historia porque le apostó a ser fiel a su historia.
Y en esa apuesta se ganan líneas especiales los directivos. Honor se entrega a quien honor merece. Sostener a este equipo en medio de tantas vicisitudes económicas no es fácil. Cuando le hubieran podido apostar a un borrón para empezar de nuevo, se la jugaron con edificar sobre lo ya levantado. Podremos discutir de otros temas, pero nadie les discute la tozudez y el cariño. Gracias por cuidar del equipo.
Y, por supuesto, esta victoria es de los hinchas. El arropo de optimismo que este equipo recibió en el momento justo en que lo necesitaba compensa en buena parte el eco del viento que tantas veces se escuchó en el estadio. A ver si aprendemos de una vez que el Juniorismo se construye en el dolor, se alimenta de la angustia y se recompensa con el saberse distinto. Que de la dificultad aprendamos a mantenernos humildes en la victoria y a aceptar gallardamente las derrotas cuando toque.
Hoy, que nos comemos las frutas maduras, recordemos con afecto a las duras que más de una vez nos hicieron traquear los dientes.
Pero por encima de todo, esta es la victoria del corazón. El corazón de 10 millones de hinchas, una treintena de jugadores, un cuerpo técnico y unos directivos que no dejó de latir nunca. Es la victoria también de las manos de esos mismos millones que hoy levantan y aplauden una estrella. Si algo tuvo este Junior 2011 fue convicción y corazón. Ganó el corazón, ganó la fe. Lo creímos posible, y fue posible. Papá está vivo y completito. Junior es tu papá.
Alfredo Sabbagh










