El Heraldo
Iván Duque Márquez, presidente electo de Colombia durante su discurso como ganador. Archivo EL HERALDO
Política

Poliscopio | ¿Luna de miel para Duque?

En tiempos de campaña permanente, redes sociales y feroz oposición, el gobierno de Iván Duque empezó la misma noche de la elección.

Colombia está en empalme presidencial. Es el período de transición entre el fin de un mandato y la toma de posesión del próximo jefe de Estado. Serán 51 días en los que el equipo de gobierno entrante conoce y se empapa de los logros, retos y “chicharrones” de la administración saliente. Después del 7 de agosto vienen en teoría 100 día -una marca heredada de la política estadounidense- en los que el nuevo gobierno estrena su estilo y define sus prioridades y mensajes mientras goza de un compás de espera. 

No obstante nada de eso tendrá Iván Duque. Desde la misma noche de la elección el candidato derrotado Gustavo Petro declaró su oposición radical invitando a la llamada “resistencia”. Incluso identificó ciudades como Bogotá-donde ganó- y Bucaramanga- donde perdió por más de 20 puntos porcentuales- como escenarios de futuras manifestaciones en las calles. Más allá del estilo y plataformas que Petro y los verdes desplegarán contra el nuevo gobierno, lo cierto es que el compás de espera está cerrado. 

El gobierno Duque empezó la misma noche de la elección. Con el debate en el Congreso sobre la Justicia Especial de Paz (JEP) durante la primera semana del empalme se confirmó que, al menos para los temas del Acuerdo de Paz, Juan Manuel Santos no quiere ser un presidente fantasma. Así, a pocos días de su elección, los dos presidentes hoy en Colombia -el electo y el aún en ejercicio- aparecieron ante la opinión pública como enfrentados alrededor de la JEP. 

Ventana de oportunidad

La campaña presidencial pudo haber terminado el 17 de junio, pero la campaña de Duque- y la de sus opositores antiuribistas- continúa. El discurso de victoria del presidente electo definió los temas que caracterizarán su empalme y muy posiblemente serán ejes de su discurso de posesión: la unidad, el futuro, el cambio generacional, las modificaciones al Acuerdo de Paz y un mayor énfasis en la seguridad así como el emprendimiento y la anticorrupción.

El mensaje de unidad es uno de los más difíciles del nuevo gobierno. La campaña 2018 terminó enfrentando los dos candidatos más ideológicamente separados dentro del abanico de aspirantes. La segunda vuelta fue una batalla de miedos entre el antiuribismo y el antipetrismo. La clave para la entrante Casa de Nariño está en diferenciar entre polarización política y polarización ciudadana. Aunque su contendor haya convocado a “resistir” en las calles y los ataques no se hayan detenido, existe un importante bloque de ciudadanos que estarían dispuestos a darle a Duque el compás de espera que le está negando el entorno político. 

En la última encuesta de Invamer antes de la segunda vuelta, el hoy presidente electo registra una favorabilidad del 60 por ciento, prácticamente el mismo índice negativo que Juan Manuel Santos. Las elecciones asimismo han suavizado el ambiente pesimista que ha caracterizado al país los últimos años. En ese mismo sondeo el porcentaje de colombianos que pensaban que las cosas en el país andaban por mal rumbo cayó 13 puntos de 69,2% a 56%, entre mayo y junio, mientras que el optimismo subió 12 puntos. Es decir, la opinión pública colombiana acepta mayoritariamente a Iván Duque y parecería dispuesta a  darle una luna de miel a la administración entrante. 

Uribismo 2.0: de elecciones al gobierno

Indudablemente la estrategia de Duque de atracción a los votantes no uribistas y del centro fue exitosa y crucial para su triunfo. Reconocer a este bloque del electorado, el Uribismo 2.0, con mensajes y políticas públicas es vital para los primeros 100 días del gobierno- e incluso desde el empalme. El éxito del mensaje duquista de unidad – complicado en una sociedad dividida- pasa por que los electores del Uribismo 2.0 no se queden en las urnas y pasen a apoyar a la nueva administración en su nuevo tramo. 

Otro mensaje clave tanto para el empalme como para los primeros 100 días es del futuro. Las dos expresiones más tangibles serán: 1. Una agenda sintonizada al electorado entre 18 y 35 años en temas de educación, empleo, cultura, emprendimiento y medio ambiente. 2. La selección de un gabinete y una Casa de Nariño con caras  jóvenes que ratifiquen el cambio. Es decir, materializar el sello generacional en una agenda joven y renovadora. Obviamente esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. 

Otros aspectos adicionales complementan la hoja de ruta del gobierno Duque. La nueva Casa de Nariño tendrá que desplegar cambios tangibles en tono de gobierno, estilo de liderazgo, contenidos de políticas claves como la paz y la seguridad y en los mensajes a la ciudadanía. Asimismo, tras la declaración de oposición dura por parte de la izquierda, la próxima administración necesita atraer a la base de votantes que no los acompañó en las urnas, hacerse sensible a sus ansiedades y escuchar sus demandas. 

Por último, una clave para el nuevo gobierno será la diferenciación. Primero, diferenciarse de la administración anterior que termina con altos índices de pesimismo y baja aceptación. Segundo, diferenciar sus agendas en la combinación de políticas tradicionales del uribismo con nuevas agendas del Uribismo 2.0. En otras palabras, estilo, tono, mensajes y caras. 

Trinos de papel

• Tanto @IvanDuque y @petrogustavo demostraron que la oposición paga aunque fueron por caminos distintos. @IvanDuque y el uribismo lo hicieron vía oposición parlamentaria disciplina y férrea de mensaje más manejo de medios de comunicación y opinión.

• La política migratoria de separación de familias y niños serán para @realDonaldTrump como el “Katrina” de W Bush y el “Guántanamo” que nunca pudo cerrar @BarackObama combinados.

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