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Colombia ha anunciado que tiene contratadas 40 millones de dosis con las distintas farmacéuticas. EFE
Política

La ley del Montes | ¿Y la vacuna para cuándo?

Mientras las víctimas del coronavirus siguen creciendo, aumenta la incertidumbre sobre la llegada de las primeras dosis al país.

En los primeros días de diciembre tanto el presidente de la República, Iván Duque, como el ministro de Salud, Fernando Ruiz, sorprendieron al país con la excelente noticia de que entre enero y febrero de este año se iniciaría el Plan Nacional de Vacunación para hacerle frente a la pandemia de coronavirus. La buena nueva estuvo acompañada del nombre de los laboratorios con los que se habrían hecho las negociaciones, así como del número de vacunas que habrían sido adquiridas.

Como era de esperarse, semejante noticia fue recibida con beneplácito y regocijo por parte de los colombianos, cuya angustia y desesperación afectó de forma severa el llamado “espíritu navideño”. El anuncio cayó como un bálsamo, pues vino acompañado de un cronograma y unas fases de desarrollo del plan de vacunación. Ahí se estipulaban las ocupaciones y edades de la población que sería atendida de forma prioritaria, así como los tiempos que tomarían cada una de dichas fases. Tanto el presidente como su ministro no dejaron dudas en sus declaraciones sobre la materialización del anuncio.

Pero con el nuevo año la realidad ha sido muy distinta. La incertidumbre se apoderó de nuevo de los colombianos. Hoy no existe certeza acerca de la fecha de iniciación del plan de vacunación, ni sobre el desarrollo del cronograma, ni sobre la población que será atendida, ni sobre los laboratorios que suministrarán las vacunas, ni sobre las dosis de las mismas, ni cuánto se pagará por ellas, ni quiénes la recibirán, ni quiénes las aplicarán... Mejor dicho: hoy no hay certidumbre de absolutamente nada. Esa es la triste realidad, así el Gobierno insista una y otra vez en que el plan diseñado inicialmente se cumplirá sin mayores contratiempos y que la vacuna –en efecto– se empezará a aplicar en febrero.

Pero la angustia nacional es mayor cuando se conoce que otros países en igualdad de condiciones a las de Colombia, como Chile, Argentina, Panamá, Ecuador y Costa Rica, para sólo citar algunos, cuentan con vacunas suficientes y ya empezaron su plan de vacunación. Es decir, no estamos hablando de potencias, como Estados Unidos y Alemania, con músculo financiero suficiente como para comprar con anticipación millones de dosis de vacunas contra el coronavirus, sino de naciones pares que tuvieron y tienen las mismas limitaciones y dificultades que nosotros.

El anuncio más reciente provino del ministro Ruiz, quien afirmó que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) le aseguró a Colombia que en la primera semana de febrero llegarán las vacunas contra el coronavirus provenientes del mecanismo Covax, del que hace parte Colombia junto con decenas de naciones de todo el mundo.

Ante esta dramática y desoladora situación que vive el país –que se refleja en más de 50.000 muertos, 2.000.000 de personas contagiadas y pérdidas multimillonarias en casi todos los sectores de la economía– la pregunta que nos hacemos los colombianos es: ¿Qué pasó? ¿Por qué la mejor noticia de diciembre se convirtió en la pesadilla de enero?

¡Será en febrero! ¿Será en febrero?

Aunque el ministro de Salud, Fernando Ruiz, ha dicho que en febrero llegarán las vacunas obtenidas mediante el mecanismo Covax, lo cierto es que esa afirmación habría que recibirla con beneficio de inventario. La verdad es que Colombia está en la cola de países que van a recibir la vacuna. Pero nosotros tenemos las mismas expectativas que tienen muchas otras naciones, que tampoco han empezado a vacunar. Sin embargo hay que decir que Colombia ha hecho parte de la tarea: tiene un plan de vacunación diseñado y cuenta con una infraestructura instalada para la conservación y traslado de las vacunas para llevar a cabo la inmunización masiva. De acuerdo con el ministro Ruiz, las primeras vacunas que llegarán al país serán las de Pfizer.

Pero sólo hasta la próxima semana se sabrá a ciencia cierta si somos uno de los países que recibirá la vacuna en febrero. Todo lo demás entra en el terreno de la especulación, que solo sirve para crear falsas expectativas, las cuales, al no concretarse, acrecientan la frustración. De cualquier manera, en caso de recibir vacunas en febrero será un número muy reducido, puesto que hay que repartirlas entre muchos países. Esa es la verdad. Punto.

Nuevas restricciones y todavía sin vacunas

Después de pasar el peor diciembre de sus vidas, los sectores productivos –en especial el comercio– pensaron que con el año nuevo vendría la reactivación económica. Falsa ilusión. Llegó enero y vino acompañado de nuevas restricciones, al punto de que muchos negocios y locales debieron cerrar para siempre. La llamada segunda ola de la pandemia resultó mucho más contagiosa y más letal que la primera. Mientras no haya vacuna el drama seguirá creciendo. Por eso resulta tan desalentador –tanto en el ánimo colectivo como en la reactivación económica– la incertidumbre que acompaña la llegada de la vacuna al país. Está más que demostrado que el sector productivo no resiste tantas restricciones. Ninguna economía del mundo aguanta el cierre de empresas, industrias y fábricas.

En el caso colombiano, por ejemplo, la “masacre laboral” será monumental y la recuperación de los empleos que se pierdan con las nuevas restricciones tomará décadas. Los ingresos de los micros, pequeños y medianos empresarios, afiliados a Acopi, han caído en más de un 50 por ciento. El pesimismo de los comerciantes afiliados a Fenalco, sobre una posible reactivación con el nuevo año, se disparó al 70 por ciento. El Gobierno debe tomar atenta nota de esta otra tragedia –ya no en vidas humanas– para agilizar cuanto antes la llegada al país de la vacuna contra el coronavirus.

No se trata de conseguir votos, sino de salvar vidas

El presidente Duque afirmó recientemente que no se puede hacer politiquería con la vacuna contra el coronavirus. Pero la hacen. Por increíble que parezca hay sectores radicales de la oposición que creen de forma mezquina que si a Duque le va mal a ellos les va bien. Su apuesta es por el fracaso del gobierno, no por la salvación de las vidas de millones de colombianos. No se trata de no cuestionar –con crudeza y rudeza si se quiere– las medidas erráticas del Gobierno, entre ellas la tardanza en negociar con las farmacéuticas, sino de poner por encima de los intereses políticos particulares, los intereses de la inmensa mayoría de los colombianos.

En otras palabras: aquí no se trata de conseguir votos, sino de salvar vidas. El más interesado en ganar la guerra contra el coronavirus es el presidente Duque, quien se juega su lugar en la historia como el mandatario que fracasó en combatir al coronavirus o el que –por el contrario– lo enfrentó de forma exitosa. Pensar en sacar réditos políticos y electorales de la peor tragedia social, económica y humanitaria que ha vivido el país en su historia reciente solo es propio de mentes cínicas y perversas.

¿Por qué otros países sí y Colombia no?

Mientras que en noviembre pasado países como Chile y México ya habían negociado con las farmacéuticas el número de vacunas que requerían para atender a su población, Colombia apenas estaba tramitando la ley que permitiera disponer de los recursos para adquirirlas. Es decir, perdimos tiempo precioso y llegamos tarde a la venta y distribución de las vacunas. Pero además no asumimos el riesgo de comprar de forma anticipada las dosis necesarias, como hicieron otros países.

Esta actitud prudente y poco riesgosa llevó al país a hacer la fila donde están hoy decenas de países que no solo no fueron osados, sino que no tienen recursos suficientes para comprar las millones de dosis que necesitan. El “negocio” de las vacunas no tiene corazón, sino bolsillo. Y la ecuación es muy simple: quienes arriesgaron y pusieron primero la plata sobre la mesa salieron favorecidos y hoy cuentan con la vacuna. A los timoratos y precavidos les tocó hacer la cola. Eso es así de simple, así de triste y así de cruel. Por lo pronto tendremos que armarnos de paciencia, como pide la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, y cruzar los dedos mientras llega la vacuna en febrero. Si es que llega. Amanecerá y veremos.

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