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La ley del Montes | ¿Cómo bajar las tarifas de energía?

El Gobierno nacional debe tomar medidas urgentes para poner fin a este suplicio de la región Caribe  Para ello tendrá que meter en cintura a las generadoras.

En buena hora el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, tomó la vocería en el delicado asunto de las altas tarifas de energía que se pagan en la región Caribe. De los múltiples asuntos que deberá resolver el presidente Gustavo Petro, el de las tarifas de energía es sin duda de vital importancia. Este dolor de cabeza que padecemos los habitantes de la Costa no se quita con una simple aspirina.

La semana pasada el alcalde Pumarejo pudo decirle al presidente Petro en la Casa de Nariño como está hoy en día la situación de las tarifas de energía en la región Caribe en general, y en Barranquilla en particular. Pero, sobre todo, analizaron fórmulas de salidas a la situación que viven millones de usuarios en la región.

“Quedamos con unas tareas del Gobierno nacional y mandatarios del Caribe para plantear una solución a mediano plazo y poder tener una energía justa, eficiente y que nos permita vivir bien y generar calidad de vida”, sostuvo Pumarejo a manera de balance, al finalizar el encuentro.

El alcalde Pumarejo sostiene que es necesario revisar los cálculos que determinan las tarifas de energía en la Costa. “Las represas están llenas y las tarifas crecen”, afirma Pumarejo, al tratar de encontrar explicación a esa paradoja.

“Generadoras y transmisoras de energía reportan utilidades semestrales extraordinarias. Cómo no lo van a hacer si aumentan tarifas de acuerdo al IPP, pero sus costos se ajustan más a la inflación. No es el momento de ser motor de inflación”, sostiene el alcalde de Barranquilla.

Pero ¿qué es en realidad lo que viene ocurriendo con las tarifas de energía en los últimos meses? Desde enero del 2021 las tarifas de energía en Colombia han aumentado en promedio un 30 por ciento. Ello representa el incremento más alto de los últimos 10 años. Mientras tanto las utilidades de las generadoras de energía aumentaron en forma exorbitante, en promedio un 105 por ciento. ¡Una barbaridad!

¿Dónde está el secreto del valor de las tarifas de energía y por qué su incremento tiene en un estado de nervios a los habitantes de la región Caribe? El valor que se paga por la energía es la combinación de seis variables: Generación (G) + Transmisión (T) + Distribución (D) + Pérdidas Reconocidas (PR) + Comercialización (C) + Restricciones. Estos seis componentes reúnen los costos que implica llevar la energía desde el lugar donde se genera hasta el usuario final. Las comercializadoras son, pues, un eslabón en esa cadena.

Los generadores de energía (G) son el inicio de la cadena de valor. A través del agua, el gas, el carbón o combustibles líquidos se genera la energía para el uso doméstico y empresarial. La energía eléctrica se desvía a través de líneas de transmisión (T) que se observan en todo el país y que hacen las veces de autopistas. Una vez la energía llega a las regiones, las empresas distribuidoras (D) son responsables de adecuarla al nivel de tensión que se necesite y entregarla al cliente final. Pero además deben reparar daños, invertir y reparar las redes locales.

Durante este proceso de transmisión y distribución se presentan las llamadas Pérdidas de Energía (PR), que son causadas por el tránsito normal que tiene la energía por las redes o por conexiones irregulares, el tristemente célebre “robo de energía”, muy frecuente en la región Caribe. Estas pérdidas son reconocidas a las empresas que se comprometan a reducirlas y cumplan con unas metas específicas.

Luego entran en acción las comercializadoras (C), que se encargan de facturar el servicio y a las que les toca el papel de “villanas” de la película, porque son las que ponen la cara. Además se encargan de atender solicitudes, peticiones, quejas y reclamos de los usuarios. Y el último eslabón de la cadena que define el valor de la tarifa son las restricciones (R), que corresponde a los mayores costos en los que se incurre por la necesidad de prestar el servicio con generación localizada más costosa que la generación más económica disponible en el sistema interconectado, que es cobrado a los usuarios. Este dinero recaudado se traslada a las generadoras de energía.

De manera que el valor de la tarifa de energía –nuestro dolor de cabeza de cada mes– obedece a una serie de factores, entre los cuales uno de ellos es la comercialización.

Para decirlo en plata blanca: las comercializadoras ponen la cara ante los usuarios y “cargan con el muerto” de los insultos y los regaños de los inconformes con el servicio. En realidad, se trata de uno más de los actores de la cadena de valor, pero es evidente que su actividad no incide en la mayoría de las variables. ¿Es posible bajar las tarifas de energía? ¿Quién es quién a la hora del aumento de las tarifas? ¿Podrá Petro con este reto, que es, además, un compromiso de campaña?

¿Por qué si las represas están llenas, las tarifas siguen creciendo?

El incremento en el costo del servicio de energía es causado en primer lugar por las generadoras de energía, las cuales han aumentado sus utilidades en un 105 por ciento en el último año. Razón tiene el alcalde Pumarejo cuando afirma que “las represas están llenas y las tarifas crecen”.

¿Quién entiende? Si hubiera un mínimo de justicia, dichas utilidades deberían ser compartidas con los usuarios para aminorar el impacto del aumento de las tarifas de energía. ¿Por qué se deberían compartir esas utilidades con los usuarios? Porque los generadores disfrutan de un aumento del Índice de Precio al Productor (IPP) en sus ingresos, sin aumentar sus costos. En el país son cinco los grandes generadores de energía eléctrica: Emgesa (Grupo Enel), Isagen, EPM, Celsia y AES Chivor.

Estas empresas concentran el 70 por ciento del mercado y por consiguiente son las grandes beneficiadas con el alza en las tarifas de energía. Ellas venden la energía en contratos bilaterales o en la bolsa de energía, que funciona como la Bolsa de Valores, es decir: a mayor oferta, menor precio. La oferta está relacionada de forma directa con las lluvias, que garantizan buen caudal en los embalses.

Las empresas que venden a los usuarios finales compran en promedio un 20 por ciento de su energía en la bolsa de energía y un 80 por ciento por medio de contratos bilaterales, suscritos entre comercializadores y generadores. Por ello los bajos precios en la bolsa de energía que se dan en la actualidad por la temporada de lluvias no llevan a una reducción en tarifas, mientras que los contratos bilaterales que se firman con los generadores se indexan mes a mes con el IPP.

Las comercializadoras, ¿las malas del paseo?

Durante décadas el IPP ha tenido un incremento anual cercano al 3 por ciento. Pero a partir del año pasado el IPP ha tenido un comportamiento atípico, acumulando un crecimiento del 37,8 por ciento desde enero del 2021 hasta julio del 2022.

Esa situación se evidencia con el crecimiento del precio ponderado de compras de contratos (Mc) a los generadores durante el mismo periodo acumulado con una variación del 33 por ciento. Ocurre, sin embargo, que la totalidad de estos incrementos han sido trasladados al resto de la cadena por parte de los generadores de energía. Todo ello sin tener en cuenta que la mayoría de las comercializadoras han aplicado el benéfico “opción tarifaria” para atenuar el impacto directo de la tarifa de energía al usuario final, mecanismo que lleva a incrementos graduales de la tarifa.

No obstante, también hay que decir que la presión financiera por parte de las generadoras ha ocasionado que los incrementos al usuario no sean graduales y por ello las comercializadoras han tenido que transferir los incrementos en el componente de generación a los usuarios para poder pagárselo a los generadores. De esta forma, las comercializadoras “cargan con un muerto” que deberían cargar también las generadoras.

¿Cómo se explican las ganancias exorbitantes de las generadoras?

A pesar de que el componente de generación se actualiza con el IPP, ella no refleja la realidad de los costos relacionados con la producción de energía por parte de los generadores, en especial de la generación hidroeléctrica. ¿La razón? Sus costos operativos que se reducen al costo de las licencias por uso del agua, mantenimiento de equipos y escasa mano de obra no son un reflejo del comportamiento del IPP.

De esta forma los generadores obtienen mayores utilidades, pues aumentan sus ingresos en una proporción mayor a sus costos. Las cifras en este sentido son demoledoras: al revisar el comportamiento de los resultados operacionales consolidados de las cinco grandes empresas generadoras del país, durante el periodo comprendido entre 2016 y 2021, donde los primeros cinco años el IPP se comportó de una forma “normal”, mientras que para el último año presentó un comportamiento muy por encima de los históricos.

Pero, además, también por encima del Índice del Precio al Consumidor (IPC). En esta revisión se refleja un aumento de los ingresos del 21,74 por ciento, mientras que los costos crecieron en un 6,67 por ciento. Es decir, hay un incremento en las utilidades del 105 por ciento. Los resultados son exorbitantes, pues las generadoras pasaron de obtener 5 billones de pesos de utilidades en el 2020 a 11 billones en el 2021. En los primeros cuatro años los costos y gastos, al igual que los resultados operacionales, presentaron una tendencia correlacionada con los ingresos operacionales.

Sin embargo, al darse el crecimiento del IPP en el 2021, esta correlación se pierde y comienzan a crecer los ingresos en un 21,7 por ciento, mientras que los costos mantienen su crecimiento en un 6,67 por ciento.

¿Cuál es la solución para disminuir las elevadas tarifas de energía?

Ya es hora de que, como lo ha planteado el alcalde Pumarejo al presidente Petro, se aborde con rigor y argumentos técnicos el delicado asunto de las tarifas de energía de la región Caribe. La bancada de la Costa en el Congreso debe apersonarse del asunto para buscar salidas beneficiosas para todos.

El Gobierno nacional debe controlar de manera urgente el crecimiento desmedido del IPP, algo que no ha sucedido hasta el momento. Además se requiere con urgencia establecer por medio de un decreto expedido por el Ministerio de Minas y Energía reglas claras de actualización del componente tarifario de generación para que se ajusten a la realidad del país. ¿Cómo lo haría? Ordenando que la indexación del componente de generación se realice por medio del indicador macroeconómico más bajo entre el IPP y el IPC.

Así se puede aliviar la pesada carga que hoy soportan los colombianos –en especial los habitantes de la región Caribe– al tener que pagar elevadas facturas de energía. Llegó la hora de poner en cintura a los generadores de energía y de trasladar a los usuarios un costo eficiente y real del componente de generación de energía. ¿Será que el gobierno Petro nos hace el milagro de tener tarifas bajas por fin en esta zona del país?

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