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Colombia tuvo ayer en los Juegos Olímpicos de Londres un día histórico. Imponente. Maravilloso. Logramos, con el broche de oro de la bicicrosista antioqueña Mariana Pajón y el bronce de Carlos Mario Oquendo Zabala, también en bicicross, un total de 8 preseas, lo que hizo saltar a nuestro país en la medallería olímpica del puesto 44 al 34, constituyéndose en la mejor actuación patria en toda la historia de los Olímpicos.

El país brincó de alegría ante el vibrante triunfo obtenido. Tremolaron banderas tricolores y sonaron sirenas y pitos en todos los rincones nacionales. No era para menos. Demostrando que es un país de inmenso poderío deportivo, Colombia se situó en el tercer lugar a nivel de la representación latinoamericana y por encima de países como Suecia, Noruega, Irlanda, México, Venezuela, India, Egipto, Finlandia, Portugal, Argentina, Grecia, Singapur, Chile, Israel, Perú y Paraguay, entre otros.

Brillante la actuación de Colombia en unos Olímpicos en los que compitieron 83 países del mundo, algunos con tradiciones deportivas más exitosas que las nuestras.

Hay que recibir como se lo merecen a estos héroes deportivos colombianos: de manera multitudinaria y con inmenso orgullo patrio. Hay que hacerles sentir a estos jóvenes que estamos inmensamente felices de su gesta deportiva.

Se ha logrado, pues, el objetivo de posicionar a Colombia en el ámbito deportivo mundial y latinoamericano. Y varias conclusiones quedan de esta hazaña. Una es que primaron los esfuerzos de las organizaciones deportivas regionales como la de Antioquia y Valle del Cauca, que son las canteras que evidentemente han formado de manera continua y sistemática a sus deportistas, mientras el Atlántico sigue en deuda. !Pilas, gobernador Segebre!

Es hora de que, por ejemplo, enfrentemos los problemas de la juventud en riesgo con decididas políticas de apoyo a todas las manifestaciones deportivas, y en particular a disciplinas donde hemos conocido la victoria como el boxeo, el tiro, las pesas y el taekwondo.

Colombia necesita una política descentralizada para aprovechar las potencialidades de cada región en las distintas especialidades deportivas. Y todo este esfuerzo focalizado debe arrancar con un trabajo planificado desde la escuela. Ese ha sido el éxito de Jamaica en atletismo, que ha sabido potenciar los juegos intercolegiales. De ahí salió Usain Bolt. Nosotros tenemos en nuestra comunidad afro unas potencialidades atléticas que no estamos aprovechando.

Este triunfo en los Olímpicos de Londres tiene que servir para pellizcarnos. Para redireccionar el deporte nacional. Pero no con rimbombantes discursos, sino con hechos institucionales concretos. Los departamentos del país tienen que seguir el ejemplo de Antioquia y del Valle del Cauca.

Además, la masificación del deporte es la mejor estrategia contra la drogadicción y sus secuelas en términos de inseguridad y violencia. ¡Llenemos a Colombia de potenciales campeones olímpicos! Démosle un giro de 180 grados a nuestras políticas deportivas. Lo logrado en Londres debe ser el inicio de un proceso orientado a convertir a Colombia en la potencia latinoamericana del deporte. En la Corea del Sur de nuestro continente. En un nuevo tigre del mundo deportivo.