Uno de los pilares fundamentales del Tratado de Libre Comercio con USA que empieza a regir mañana consiste en la adecuación de nuestro recurso humano a los requerimientos de un mercado de clientes norteamericanos que son menos tolerantes de la mediocridad y más exigentes en cuanto a la calidad de los productos y los servicios que les vamos a ofrecer.
En estos días en que también se conmemora el Día del Educador se hace pertinente reflexionar en el hecho de que la educación y la formación profesional y tecnológica tienen que ajustarse a esta nueva exigencia de la economía internacional. El Zar del TLC Hernando José Gómez considera la necesidad de formar más profesionales en el campo de las ingenierías y de ciencias “duras” básicas para el desarrollo científico de los productos a exportar (química, física, biología), así como de técnicos y tecnólogos.
Según información del Observatorio Laboral para la Educación del Icfes, organismo que interpreta las relaciones entre el mundo de la educación superior y el mundo laboral, el 31 por ciento de los jóvenes colombianos se gradúa como técnico o tecnólogo, mientras el 45 por ciento egresa de la formación universitaria. En consecuencia para enfrentar el TLC el porcentaje de graduados de las carreras tecnológicas debería aumentar para aprovechar las oportunidades que supone el TLC y así las empresas colombianas consigan en la práctica una mayor productividad.
Por su parte el Plan Nacional del Desarrollo 2010 y 2014, expone que frente a los Estados Unidos, la productividad laboral relativa promedio de Colombia es cercana al 24% (Estados Unidos = 100 %), y ésta es inferior al 20% en sectores que son grandes generadores de empleo como el comercio, la industria y el sector agropecuario.
Según dicho Plan uno de los fenómenos de mayor impacto sobre la baja productividad, es la elevada informalidad laboral y empresarial de la economía colombiana. Se estima que un trabajador formal es entre cinco y siete veces más productivo que un trabajador informal. En Colombia, los trabajadores informales representan más del 60% del total de ocupados; cifra que ha disminuido escasamente en los últimos años, incluso en los períodos de mayor apogeo económico.
La autopista hacia la formalización requiere, como primer paso, el desarrollo de competencias laborales para los trabajadores. En este frente, esboza el Plan, se encuentra en el país una baja cobertura en educación superior, cercana a 35%, una escasa participación de la población en educación técnica y tecnológica, y poca pertinencia de la educación en el desconocimiento sobre el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, Tics, o el Bilingüismo.
En nuestro departamento, según plantea el director regional del Sena, Jorge Restrepo Name, se están haciendo gigantescos esfuerzos para que cada vez más empresas posean trabajadores que alcancen esa certificación en competencias laborales, que es lo que garantiza que los productos, servicios y procesos que esas organizaciones elaboran y ofrecen sean de una positiva aceptación en el mercado internacional de los países abarcados por los diferentes tratados aprobados. De otra parte resulta vital que las Secretarias Distrital y Departamental de Educación fortalezcan desde la niñez el uso de las Tics y en especial del Inglés que es el idioma internacional de los negocios dentro del TLC.
De igual manera será fundamental una mayor cooperación entre las universidades y las empresas de la región para que las primeras produzcan conocimiento aplicado a las necesidades de los diversos sectores productivos que emprenderán a partir de mañana el gran desafío del TLC con el país del norte.